El domingo 4 de mayo, víspera del inicio de clases, Diario EL UNIVERSO publicó que alrededor de los planteles se desplegarán controles a los vendedores ambulantes. Una misión necesaria y oportuna no solo para controlar la venta de sustancias y alcohol, sino también para controlar productos comestibles y bebidas apetecidos especialmente por los niños de escuela primaria que atentan contra su salud, más aún ahora con el repunte de algunas enfermedades contagiosas. Esta tarea no solo debe ser de las autoridades municipales, sino también de los maestros que junto con sus enseñanzas deben inculcar a sus estudiantes la buena nutrición para lograr su bienestar corporal y mental.
A propósito, fui docente de la escuela n.° 23 España y tuve la oportunidad de orientar a los alumnos en el tema: realicé el control para que los niños no compraran a los vendedores de golosinas, helados, mangos, ciruelas, grosellas y más. Esta labor me tomó varias semanas hasta que en un momento los vendedores desaparecieron. Si no hay compradores, no hay vendedores, así de simple. (O)
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Beatriz Ernestina Ortega Jaime, maestra jubilada, Durán