Los seguros médicos están ganando un papel central en la atención sanitaria, especialmente en países donde los sistemas públicos están saturados o en crisis. En un mundo donde la salud se ha convertido en un bien cada vez más gestionado por corporaciones, surge una pregunta inquietante: ¿siguen siendo los pacientes los protagonistas de su atención médica, o han pasado a ser piezas dentro del engranaje de las aseguradoras? Esta reflexión cobra fuerza en un contexto donde los seguros médicos no solo financian, sino que también condicionan decisiones clínicas, tiempos de espera y acceso a tratamientos.
Decidir qué tratamientos se cubren y cuáles no, muy a pesar de las indicaciones médicas, establecer redes de médicos y hospitales bajo sus condiciones, influir en la duración y tipo de atención, imponer autorizaciones previas a procedimientos, negociar precios, tiempos, coberturas, carencias y demás que el paciente asegurado muchas veces no comprende.
Esto puede llevar a una situación donde el paciente no elige libremente, sino dentro de los límites que impone su póliza. Este control puede traducirse en una pérdida de autonomía tanto para médicos como para pacientes.
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Hablar de “dueños” puede parecer exagerado, pero no lo es tanto si consideramos que el paciente muchas veces no elige libremente a su médico; las aseguradoras mantienen condicionadas las decisiones clínicas por criterios económicos, limitan las aprobaciones de coberturas de recetas médicas a los llamados vademécum, que solo sus auditores conocen, la continuidad y ejecución del tratamiento depende de la aprobación de la aseguradora, se está sometido a procesos de auditoría médica solo pensados en modelos económicos.
En este escenario, el paciente deja de ser el centro del sistema para convertirse en un “cliente cautivo”, sujeto a las reglas del contrato más que a sus necesidades reales de salud, esto plantea preguntas éticas sobre la autonomía del paciente, la relación médico paciente, la equidad en el acceso a tratamientos.
Este modelo plantea serios dilemas: éticos, porque se prioriza la rentabilidad sobre el bienestar; sociales, porque se amplía la brecha entre quienes pueden pagar seguros más completos y quienes no pueden pagar ninguno; médicos, porque se limita la libertad profesional del personal sanitario a protocolos y demás limitantes que imponen las aseguradoras.
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Derivaciones de los hospitales del IESS
La solución pasa por la revisión de la normativa primaria y secundaria que regula el sector, así como considerar los estudios cualitativos y cuantitativos como el presentado por la superintendencia de competencia económica del Ecuador para mejorar este subsistema y que sea más justo con los usuarios.
Como médico especialista, administrador y abogado puedo concluir que por ahora los seguros médicos no son literalmente “dueños” de los pacientes, pero sí están asumiendo un rol cada vez más dominante en la atención sanitaria. La pregunta no es solo retórica: es una alerta. Si no se equilibra el poder entre aseguradoras, médicos y pacientes, corremos el riesgo de que la salud deje de ser un derecho para ser en un producto más del mercado. (O)
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Víctor Hugo Villao Reyes, abogado, Guayaquil