Cuando el entonces arzobispo de Guayaquil, monseñor Antonio Arregui Yarza, me nombró para laborar pastoralmente como capellán en el Hospital de la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer del Ecuador (Solca), de Guayaquil, el 3 de septiembre de 2011, jamás hubiera pensado que sería honrado para formar parte de la delegación de esta institución que visitó al papa León XIV el pasado 26 de noviembre.
La idea fue concebida por José Jouvín Vernaza, presidente del Consejo Directivo Nacional de Solca, quien, a mediados de septiembre del 2024, me convocó a una reunión a fin de buscar caminos orientados a conseguir una audiencia papal. La institución necesitaba presentar a su santidad, sus proyectos, su trayectoria, pero, sobre todo, su trabajo a favor de miles y miles de pacientes oncológicos.
El primer paso se dio cuando el 14 de diciembre de 2024, Luis Gerardo Cabrera, cardenal–arzobispo de Guayaquil, y monseñor Andrés Carrascosa, nuncio apostólico en el Ecuador, concelebraron una misa en el hospital, para administrar el sacramento de la confirmación y primera comunión a los niños y jóvenes guerreros de Solca.
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En principio, se proyectaba la audiencia para abril de este año con el entonces papa Francisco, pero ante su fallecimiento, y elección del nuevo papa se tuvo que redoblar los esfuerzos para obtener el tan deseado encuentro. Varias cartas en este sentido fueron dirigidas por el cardenal Cabrera al monseñor Édgar Peña Parra, sustituto del secretario de Estado del Vaticano, quien maneja la agenda del Romano Pontífice.
Finalmente, el pasado 6 de octubre, vía diplomática, fue comunicada a Solca la gran noticia: monseñor Leonardo Sapienza, regente de la Casa Pontificia, señalaba que el presidente, miembros del directorio, y algunos médicos de esta entidad sanitaria serían recibidos por el papa León XIV, por lo que fue conformada una delegación que viajaría al Vaticano, presidida por el cardenal Luis Gerardo Cabrera y 17 miembros de la institución.
La delegación de Solca llevó dos regalos al sumo pontífice: un modelo a escala de la “Campana de la esperanza” que simboliza la victoria, el triunfo de la vida y el fin de un ciclo importante en la lucha contra el cáncer, marcando la culminación de tratamientos como la quimioterapia o la remisión completa de la enfermedad, y representa un momento de alegría, renovación y fuerza para los pacientes y sus familias; y, una caja tallada de madera conteniendo en su interior decenas de cartas de niños y jóvenes pacientes del hospital dirigidas al papa.
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Durante el encuentro, el papa se acercó a saludar a los miembros de la delegación, quienes le expusieron sus proyectos y pidieron su bendición. Al finalizar, el suscrito sacerdote y su santidad, se dieron un abrazo fraterno.
Gracias, Solca por salvar la vida a tantas personas. Gracias por mitigar el dolor de tantos pacientes que acuden a esta casa de salud. Gracias por hacerlo arriesgándolo todo. Gracias por ese esfuerzo sobrehumano que nunca será suficientemente recompensado. Gracias por estar ahí. De todo corazón, gracias por existir. (O)
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José Luis Ponce Núñez, capellán de Solca, Guayaquil
















