Hasta expresar opiniones se ha vuelto un dilema. Nos cuestionamos si estaremos siendo suficientemente cautelosos, sensibles o prudentes. Envolvemos conceptos tergiversados de responsabilidad afectiva o emocional, la combinación de ambas o la percepción de ausencia de las mismas que pudiéramos representar ante los demás.

¿Será que estamos desarrollando una exacerbación del miedo que nos está paralizando por intuir que por atrevernos a soñar en grande pudiéramos pensarnos pretenciosos?

Miedo a dar un paso, a tomar una decisión, a rectificar una posición, o hasta arriesgarnos responsablemente por una convicción, miedos, miedos y más miedos. Miedo a salir y disfrutar un triunfo bien ganado que nos sepa a culpabilidad. Miedo a la muerte, a la vida y a lo intermedio entre ambas. Miedo al fracaso y a no poder llegar o triunfar. Miedo a ser auténtico, espontáneo o natural.

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Es mucho más el miedo que el sentido mismo de poder contribuir de manera decisiva a inspirar a quienes nos rodean a poder ser lo mejor que puedan ser. ¿Será que les estamos enseñando a las nuevas generaciones a ser cobardes? ¿Será que estamos apoyando una cultura de conformismo y resignación?

Entonces, ¿qué pasó con el apoyo a la lucha, a la crítica constructiva, al aporte genuino fruto de la diversidad de pensamiento y la confianza –porque ya no sabemos siquiera si es correcto confiar–?

Son tiempos difíciles definitivamente y hay días con más oportunidades que otros, pero eso no justifica el no poder avanzar con brío y valentía para poder sobrellevar los mismos y hacer con los limones limonada.

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Y puede ser que estemos viviendo mundialmente en una batalla de egos, autoritarismos, desengaños, pero es entonces cuando más necesitamos una dosis de humildad y un profundo sentido de valentía que nos conforte.

No se trata tampoco de comunicar sin ningún filtro o egocéntricamente encerrados en una burbuja puesto que vivimos en comunidad, se trata de ser quien se es con todo y dejar ser a los demás, se trata de vivir sin tantos miedos que lo único que generan es inseguridad.

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Se puede ser directo sin ofender. Se puede ser claro sin atacar. Se puede ser grande sin pisar. De la misma manera que se puede ser mejor persona al respetar y mejor persona al ayudar. Se puede ser generoso y también poder decir “no”. Se puede ser solidario y empático sin necesidad de comprometer nuestros valores e integridad. Se puede vivir sin miedos si se tiene fe, alegría, gozo, valor y libertad, de la manera que se elija y aunque claro que es importante incluir a los demás, pero no por el temor a lo que opinen, sino por el amor que nos inspiren o tan solo por humanidad. (O)

Álex Torres Espinoza, Samborondón