Como nativo y residente de la parroquia rural de Juan Gómez Rendón (Progreso) puedo mencionar que la cultura Valdivia es una de las más antiguas de América, que data de los años 3800 a 1500 a. C., que perteneció al periodo Formativo Temprano, que abarcó los territorios de las provincias de Santa Elena, Manabí, Los Ríos y El Oro, que se desarrolló en el perfil costero de lo que hoy es nuestro país, que se valió para su desarrollo de la caza, pesca, agricultura, ganadería y alfarería.
Digo que una cultura está compuesta por artes, costumbres, tradiciones, anécdotas, folclor, valores, vestimenta, alimentación, trabajo, comunicación, por vivir cerca al mar y muchas cosas más, recibimos los habitantes de estos pueblos el apodo de “cholos”.
Los primeros pobladores del Sitio de Amén vinieron de la península de Santa Elena y del pueblo de El Morro antes de 1741, por lo tanto somos descendientes de la cultura Valdivia y al extinguirse esta somos ahora de la cultura Huancavilca, que fueron hombres avezados al mar, luego este movimiento se unió con el pueblo manteño también de pescadores para luego perfeccionar mejor el estilo de navegación en balsas con amarras y que juntos fueron hasta las profundidades del mar para alcanzar el tesoro más preciado la concha Spondilus que fue un tesoro para Atahualpa y todos los pueblos de América.
Publicidad
Educar con miedo: el desafío emocional de ser docente en un país en crisis
En cartas anteriores he escrito sobre la cultura Valdivia, he hablado de los cholos de cerca del mar y hoy estoy escribiendo sobre la cultura Huancavilca que es un pueblo de hombres valientes, sagaces, intrépidos, que siempre fueron dueños de la tierra que pisaron, fueron hombres y mujeres amantes de sus costumbres, de piel curtida al sol, por esta razón jamás los españoles pudieron dominarlos, siempre predominaron por su arrogancia indomable e intrepidez a todo terreno. (O)
Francisco Marcos Anastacio Valarezo, docente, Progreso