Jesucristo puede estar exhortándonos con las mismas palabras que dijo hace 2000 años , cuando la barca se estaba hundiendo por las agitadas olas y vientos fuertes, y sus discípulos le rogaron que interviniera urgentemente; y Él, estando con ellos, reprendió a las bravas olas y al viento y les dijo: “Paz, cálmense”.
Actualmente la barca es simbólicamente el Ecuador y nosotros somos los que estamos en ella. Las bravas olas y los vientos fuertes representan toda la agitación que van a desatar los políticos, agitadores sociales, algunos medios de comunicación, malos ecuatorianos, malos extranjeros que buscarán que las grandes olas entren y arremetan contra el país y los vientos de las agitaciones sociales, los usos indiscriminados de las poderosas redes sociales y políticas golpeen sin piedad al Ecuador, sin percatarse de que no importa su hundimiento que nos sumergirá a todos.
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Jesucristo puede aligerar nuestras cargas siempre y cuando pongamos de nuestra parte, principalmente quienes gobiernan directa o indirectamente el Ecuador, si lo decidieran hacer sin orgullo, sin los ídolos y becerros de oro y plata, sin la arrogancia, sin la soberbia, sin el ansia del poder, sin la obsesión compulsiva del lujo, sacando incluso el agua que entra a la barca.
Asimismo, muchas de esas olas y vientos que atacan por atacar con furor tendrán un día que ser reprendidos y si no obedece cada cual en sus responsabilidades patrióticas y cívicas, ahí sí, y sin lugar a dudas, tendrán que responder primeramente a la historia, a los juicios terrestres, pero principalmente algún día tendrán que responder a la justicia divina.
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Esperemos que las personas que se encuentran en posiciones de poder puedan proveer de calma al pueblo, brindar lo necesario para que los ciudadanos puedan vivir en paz, prosperidad, armonía y felicidad. (O)
Édgar Saldaña, Guayaquil