No se ha hablado en esta época apropiada, de Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz Espejo, un indio de nuestra colonia que vivió de 1747 a 1795. Su apellido era Chuzig tomado de su padre, un indio peruano y de su madre una mulata. De su padre que era un gran lector aprendió las primeras letras y la formación cultural; y la moral y carácter sensibles, de su madre.

Fue doctor en medicina a los 20 años, y licenciado en jurisprudencia. Era hombre de gran cultura y no descuidó la política revolucionaria, por lo que fue perseguido y encarcelado varias veces. Atacó a los chapetones (españoles afincados en América) y no faltó su crítica al rey Carlos III. Fue editor del primer periódico nacional “Primicias de la Cultura de Quito”, que se editó solo siete veces por la falta de libertad en la comunicación. Escribió libros: Ciencia blancardina, peyorando la cultura y la ciencia de la época; Reflexión acerca de la viruela, que con el sarampión eran epidemias que azotaban la salud de los ecuatorianos. Usó la quinina para combatir la fiebre amarilla, según rezan escritos del historiador Humberto Oña, y descubrió virus causante de estas enfermedades con los microbios. Murió en prisión enfermo de escorbuto en la más extrema pobreza. Vale recordarlo ahora en tiempo de pandemia de COVID, dado que luchó para combatir virus. (O)

Héctor Joaquín Cisneros Arias, doctor en Filosofía, Guayaquil