El delito de coyoterismo casi nadie lo menciona. Nadie denuncia a los coyoteros que hacen daño. Son delincuentes fantasmas que cobran entre $15.000, $ 20.000, $ 25.000 a cada ingenuo migrante soñador, que se endeuda o vende sus vaquitas, su casita, su tierra, para el periplo propuesto por los malandros.

Mujeres viajan en estado de gravidez o acompañadas de hijos infantes, sabe Dios las vicisitudes que pasan en las fronteras terrestres y marítimas, abandonados por estos facinerosos que cobran el dinero y desaparecen. Y si logran los migrantes pasan la frontera, el maltrato por parte de las autoridades es como si fueran presidiarios, malhechores. Muchos fallecen en dicho intento. Nadie sabe en la actualidad de estos estafadores que engañan generalmente a la gente humilde. No existen noticias en los órganos de comunicación colectiva, en las redes sociales. La Policía Nacional, las Fuerzas Armadas, están ocupadas en el combate al narcotráfico, no hay personal suficiente para atrapar a los facinerosos que deberían llamarse hienas o satanes, que además de cometer delitos y crímenes por las drogas, provocan problemas sociales, inseguridad nacional, terrorismo, prostitución, corrupción, desintegración de familias, abandono de tierras sin siembras ni cosechas de productos alimenticios, etc.

Se espera que esta verdad a gritos, con la ayuda de la prensa del país, se esparza y las autoridades a las que les corresponda, combatan esta malhadada fechoría coyotera y condenen con la máxima pena a los coyotes, cómplices y encubridores que no los conocemos, no los denunciamos. El cielo proteja a los inocentes migrantes estafados que viven para cumplir el sueño de buscar ‘mejores’ oportunidades. Se ha mencionado con propiedad que la solución estatal para contener esta diáspora ecuatoriana sería salud, educación y empleo. (O)

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Guillermo Álvarez Domínguez, médico, Quito