Soy médico que a más de curar enfermos trato de alegrar mi alma con hermosas melodías, me gustan todos los ritmos con tal de que sean capaces de sintonizarse con los latidos de mi corazón, mi alma y la sutileza de mi mente. Aún me enternecen los boleros y si son de Lucho Gatica me conmueven en lo más íntimo de mis sentimientos y también de Bad Bunny cuando dice “debí tirar más fotos de cuando te tuve, debí darte más besos y abrazos las veces que pude” o Alma en los labios de Medardo Ángel Silva y entonada por el eterno Julio Jaramillo: “para expresar mi amor solamente me queda, rasgarme el pecho, amada, y en tus manos de seda, dejar mi palpitante corazón que te adora”, la música en el fondo es un poema a veces bien o mal escrito porque se acuna en el alma y se expresa materialmente con los instrumentos musicales o en los endurecidos picos de los pájaros o en el suave susurrar de los vientos sobre la piel frágil de los cañaverales.

La prensa

Sería un iluso decir que me gustan Beethoven, Bach, Schubert, Mozart, llegué a escuchar a los Beatles, aunque nunca les entendí, bailé rock con Elvis Presley, aunque mal. También me gustaba la música de los Rolling Stones.

Pero esto es lo creado por el hombre, ¿y la bella melodía de Dios?, el silencio, la naturaleza; aún recuerdo el cantar del Tomebamba cuando echado en la hierba lo oía cantar al rasgar las aguas contra las rocas, era una melodía que apaciguaba el corazón.

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La educación como base de todo

Menuhin dice que los mahometanos empleaban el agua para disfrutar el sonido de los arroyos y la hacían correr por sus aposentos, a mí me encanta y me enternece el sonar de la lluvia sobre el tejado, en el fondo de los fondos creo que todos sin excepción nacemos con nuestra propia música grabada en el alma, solo debemos entonarla y bailarla. (O)

Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro