Todos los ecuatorianos estamos conscientes de que la prioridad del Gobierno en estos momentos es eliminar a toda costa a los grupos terroristas para garantizar la seguridad y paz del país, pero no menos prioritaria es la salud de los ecuatorianos, pues quien no muere a manos de los criminales muere a manos del paupérrimo sistema de salud pública.

¡Sí son clientes!

Hasta el momento no se observa ninguna clase de mejoría en la atención a los pacientes, en la renovación de los hospitales, en el abastecimiento de las medicinas, en la eliminación de la corrupción, en el pago a los proveedores y las historias que se oyen de pacientes y familiares sobre la pobre o ninguna atención son espeluznantes y escalofriantes. Gerentes van, gerentes vienen, pero estas son acciones que más bien afectan el funcionamiento de los centros hospitalarios que parecen naves a la deriva sin timón ni capitán, ni combustible ni alimentación.

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¿Están conscientes las autoridades de la salud y el mismo presidente Noboa del calvario al que someten a los ciudadanos que tienen que comprar desde gasas y jeringuillas, hasta traer comida y ropa de cama a los hospitales públicos? Pareciera que solo falta que trapeen la habitación. No puede ser posible que tengan que comprar hasta un serrucho. ¡Por Dios! Eso raya en lo risible, por no decir en lo denigrante. Heridos de emergencia que tienen que viajar cientos de kilómetros para recibir una mala atención y que muchas veces ni alcanzan a llegar con vida. ¿En qué país estamos?

Un país en disputa entre eficiencia y conciencia

Son décadas de lo mismo y lo mismo, hospitales sucios, rodeados de comedores insalubres, colas inmensas de ciudadanos esperando desde la madrugada para poder obtener un turno para ver si lo atienden. Presidente, ofrezca un sistema de salud que dignifique al ciudadano, no que lo humille, y más que nada que lo cure. (O)

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Nelly Lozada, Guayaquil