Es bonito pensar que una mujer es lo más hermoso del mundo, y no cabe la duda de que lo sea. También saber que puede ser la mejor madre de todas y la más protectora de sus hijos; pero también tenemos que ver el otro lado de aquella hermosa mujer, es decir, que no todas tienen el calor de madre y el cuidado hacia sus hijos.
¡Indolencia y negligencia en el IESS!
Por eso, la justicia no solo debe ser para las mujeres, como se trata en Ecuador, sino más bien ver e investigar con quién los hijos se encontrarían mejor, ya que, si la ley se equivoca, la calamidad puede tocar a un ser bello como lo es un niño.
De tal manera, pues, si no crecen con amor, si no crecen con calor de hogar, su psique puede afectarse y pueden llegar a perderse en el camino, tal y como lo he notado en chicos y chicas ya en adolescencia y adultez que se desviaron y viven en la depresión, miserias y problemas de todo tipo en sus relaciones y compromisos.
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Ecuador: enfermedad constitucional
Por eso, hago un llamado a revisar la situación de muchos padres a quienes se les ha quitado la posibilidad de ver y criar a sus hijos de esta manera: con amor. Porque, como bien lo señala Susan Moller Okin, “mientras no exista justicia e igualdad en el interior de las familias, es imposible que exista justicia entre los sexos en el resto de esferas”. Esta reflexión resalta la importancia de que las decisiones judiciales (especialmente las relacionadas con la custodia de los hijos) estén basadas en la equidad y el bienestar de los niños, y no influenciadas por factores externos que puedan perjudicar su desarrollo emocional y psicológico.
La verdadera justicia no se basa únicamente en las normas, sino en un profundo entendimiento de las necesidades emocionales y psicológicas de los niños, quienes no deben ser víctimas de influencias externas, sino beneficiarios de un ambiente que favorezca su desarrollo integral.
Paremos y hagamos justicia verdadera, con leyes equitativas como en los países del primer mundo que velan por el bienestar de los niños. No más padres alejados de sus hijos que aman y que los mismos aman a sus padres y prefieren estar con ellos. Cambiemos al Ecuador y las leyes equitativas para ellos. (O)
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Joaquim Alfredo Barragán Rovira, docente de Lengua y Literatura, Guayaquil