Sí, el 15 de octubre es grande porque consagra el día en que Jipijapa rompió para siempre el yugo del coloniaje español.
Una de las razones poderosas por las que se asigna al 15 de octubre un sitial de privilegio en la historia nacional es porque la pasión de sus gestores por la justicia tuvo sus raíces en la convicción de sus héroes, la independencia la hicieron para construir una república que sea fuente de inspiración para otros pueblos hermanos.
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Los que amamos el espíritu de esa gran transformación política debemos de sentirnos orgullosos, quienes sinceramente anhelamos que el espíritu de octubre palpite por siglos, debemos algo más que adornar las astas y las ventanas de nuestras viviendas con el tricolor nacional.
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Cada uno de nosotros puede ser hoy mismo, chispa de ese fuego perpetuo que se incendió el 15 de octubre de 1820, cada jipijapense puede y debe ser un nuevo héroe sencillo en la gran empresa común de construir una patria verdaderamente libre y soberana, donde la libertad sea una vivencia, la dignidad un derecho, la justicia una verdad y la felicidad un renunciamiento.
En realidad, ni el hombre ni la historia ni la vida se detendrán jamás, estrechamente unidos van enriqueciéndose, completándose, perfeccionándose en el curso infinito del tiempo.
La libertad es un derecho natural del hombre, perderla es desnaturalizarse, reconquistarla es redimirse; no solo es un derecho sino también el mayor de los deberes que todo ser está obligado a conservarla a su medida o rescatarla a cualquier precio en el caso de ser usurpada por los campeones de la audacia y la violencia. Ella es la fuerza vital que nos permite vivir y obrar de tal o cual manera y crear las premisas materiales y espirituales para el desarrollo de la sociedad y de nosotros mismos.
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Si existimos es para superarnos y responsabilizamos, la libertad es una síntesis de sentimientos y de ideas, la grandeza de los pueblos está en la aplicación de los derechos y en el cumplimiento de los deberes.
Es importante enseñar a las nuevas generaciones jipijapenses para que comprendan las glorias y triunfos de nuestros ancestros, debemos remontarnos a los tiempos heroicos de los ilustres coterráneos que nos dieron ejemplos de hermandad, solidaridad y espíritu de independencia, bajo la augusta bandera de libertad.
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Jipijapa sigue siendo tierra fecunda que refulge no lejos del mar, puerta de libertad manabita, de un cacique le dieron el nombre, y su techo fue pintado de verde, rojo y verde, en el marco deslumbrante del amarillo, azul y rojo de los colores del alma cívica nacional.
Salud hidalga y hospitalaria ciudad de Jipijapa, te dice un jipijapense de nacimiento, de corazón, en tu día. (O)
Esneyder Castro Salvatierra, docente, Jipijapa
