Estas ideas vienen desde 1930, con el movimiento sindical seducido por los ideales de Karl Marx, para echar raíces en las empresas y en el Estado.
En un estudio de un grupo de investigaciones económicas de la Universidad de Múnich dice que en el 2008, en Ecuador, el año siguiente del aumento del salario básico de $ 170 a $ 200, se afectó al 35 % de los empleados del sector privado, causando desahucios, y el otro 65 % quedó en la informalidad.
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Ecuador, desde mi punto de vista, es un país con leyes socialistas, que permiten que el Estado lo controle todo. El presidente no puede gobernar, está sometido a una mayoría en la asamblea de un partido político de oposición.
Si el nuevo presidente quiere cambiar las cosas debe salir de la Constitución de Montecristi y regresar a la Constitución de 1998 como proponen algunos juristas. En el tema seguridad, el nuevo presidente debe entender que las guerras modernas son dentro de las fronteras del país, con la delincuencia y las mafias del narcotráfico, donde su mejor arma es la mano dura para hacer cumplir la justicia.
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El país necesita una solución radical, no podemos tener resultados diferentes haciendo siempre lo mismo. El nuevo presidente tiene que comprender que el país está en guerra y asumir su rol de comandante en jefe, manejando la guerra interna con la acción y justicia militar, en donde primero están los derechos humanos de las víctimas y no de los delincuentes. (O)
Juan Orús Guerra, arquitecto, Guayaquil