Respondemos al artículo del 26 de febrero del embajador ucraniano Yuriy Polyukhovych ‘Ecuador, aliado de Ucrania’.
El embajador menciona los acuerdos de Minsk de 2015 y vincula las razones de su fracaso con la falta de algunas garantías de seguridad para Ucrania en el documento. Al parecer, él olvidó del reconocimiento por garantes del dicho documento de los exlíderes de Francia y Alemania, así como del expresidente de su propio país Petro Poroshenko, de que los acuerdos de Minsk solo sirvieron de tapadera para la militarización de Ucrania y su preparación para una gran guerra. Debe recordar que el ‘Complexo de Medidas de Minsk’ fue aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU y se resaltó jurídicamente vinculante. Si Kiev hubiera cumplido sus compromisos en un momento dado y hubiera concedido autonomía a Donbás, Ucrania habría conservado su integridad territorial. Naturalmente, sin Crimea. En cambio, el régimen de Kiev decidió conquistar las repúblicas de Donbás por la fuerza y, como resultado, perdió estos territorios históricamente rusos, cuyos habitantes se pronunciaron a favor de unirse a Rusia y nunca volverían a estar bajo el control de las autoridades centrales de Ucrania.
El autor propone llamar a las cosas por su nombre. Entonces hay que decir con franqueza que desde el sangriento golpe de Estado de 2014 en Ucrania, con la ayuda de emisarios occidentales, se ha alimentado un régimen neonazi títere, basado en el odio y la negación de todo lo ruso. Hay que decir que hoy día los militantes ucranianos con galones fascistas en sus uniformes están cometiendo atrocidades en la región rusa de Kursk, siguiendo el ejemplo de sus patrones ideológicos como Stepan Bandera, elevado por el régimen de Kiev al rango de héroes nacionales.
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También hay que decir que todos los niños por los que tanto se preocupa el embajador no fueron secuestrados, sino evacuados al territorio de Rusia y salvados de los bombardeos por las tropas ucranianas en pleno cumplimiento de las obligaciones derivadas del derecho internacional humanitario, así como de la Convención sobre los Derechos del Niño. Al mismo tiempo, recordamos al autor que como resultado de la guerra desatada en 2014 por el régimen neonazi de Kiev contra la población de Donbás, cientos de niños fueron asesinados, decenas de veces más resultaron heridos. Una especie de símbolo del sufrimiento y las privaciones de los niños de Donbás es el Callejón de los Ángeles en Donetsk, donde se erigió un monumento a todos los niños asesinados.
En cuanto a los intentos del embajador de arrastrar a Ecuador a su ideología en bancarrota, se trata de una injerencia en los asuntos internos de un Estado soberano. Ecuador ha sido y sigue siendo amigo de Rusia. El país resistió la presión externa y se negó a transferir equipos rusos y soviéticos para satisfacer las necesidades de las fuerzas armadas de Ucrania. Nuestros dos países siguen siendo socios comerciales importantes. Agradecemos a nuestros amigos ecuatorianos por su posición neutral y equilibrada sobre la crisis ucraniana, que se manifestó plenamente durante la participación de Ecuador en el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente.
Como diplomático, el autor del artículo debe seguir las noticias geopolíticas que crean los requisitos previos para una resolución justa del conflicto en Ucrania. Las falsas narrativas de Kiev y sus partidarios europeos de la guerra, todo tipo de “fórmulas de paz” y “planes de victoria” del ilegítimo presidente Zelenski ya no son tomadas en serio por la mayoría mundial, a la que sin duda pertenece Ecuador. (O)
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Vladimir Sprinchan, embajador de Rusia, Quito















