La tiranía es versátil, incapaz de detenerse en la sociedad. Cuán terrible ha sido una tiranía que creó un escenario sesgado por su ideología y resentimiento y arrebató la racionalidad. Hemos de recordar lo bello que es gozar -hoy en día- la libertad individual basada en la razón crítica, con tolerancia empática.

Lamentablemente el populismo ha consumido la República socavando el anhelo natural del ser humano: la libertad. Si la voluntad soberana radica en dar poder a la demagogia y tiranía, es indudable que el victimario del engaño populista es el mismo pueblo; y ha sido tan fuerte el adoctrinamiento, para enceguecer de la realidad política y jurídica que padecemos. Este fenómeno epidémico históricamente nos hace cuestionar sobre nuestra capacidad mental para analizar a los presidentes de la República. Las circunstancias actuales aumentan el pavor o terror sobre aquellos que han perdido su derecho natural de la libertad y buscan recuperarla con un sistema político satanizado en la época contemporánea. La costumbre ha acabado con la razón crítica inherente al ser humano. El acto de amar al Estado que es paternalista y ceder completamente la libertad individual, ha provocado una servidumbre voluntaria; siervos imaginando que han vivido en un sistema igualitario y garantista. Nunca terminará aquel vaivén de la dicotomía entre la servidumbre y la libertad. Sin dudas, la dialéctica de este suceso es una oportunidad para el gran despertar de la racionalidad. (O)

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Daniel Fernando Mejía Terán, 20 años, universitario, Quito