El descontrol de tránsito en el país tiene una crisis latente. A simple vista, a diario, se puede apreciar la cantidad de infracciones cometidas por choferes y ciudadanos, es decir, es la vía pública donde se puede reconocer el valor que un pueblo le da a la ley, como es el conocimiento y el respeto de las normas, pues su violación se da por ignorancia o bien por simple quemeimportismo. Los principios de respeto comienzan en el hogar, luego en las instituciones educativas y, por último, en las vías con los conductores que tienen que aprobar exámenes para obtener sus licencias, sin embargo, a la mayoría se les olvidan las normas elementales como el respeto a los semáforos y discos pare, especialmente los motociclistas, buseteros, taxistas, tricimoteros. Es lamentable que el tránsito y transporte público de la ciudad de Guayaquil no pueda ser ordenado debidamente. La mayoría de los conductores, salvo pocas excepciones, no respetan horarios, paraderos, peatones, ciclistas y motociclistas, van en contravía, sobre las veredas, sin protección, con más de dos ocupantes, en vehículos sin placas, ni pensar qué esperar de los propietarios de las motos eléctricas, a los que no se les exige nada.
Los pasos de seguridad son un verdadero peligro para el peatón incauto. Las señales de tránsito parecen adornos, nadie las respeta. Lo mismo sucede con los agentes de tránsito, algunos parados en esquinas, otros en las calles sin mirar detenidamente la circulación de los vehículos, mientras que otros pasan distraídos con los celulares sin inmutarse por lo que ocurre a su alrededor. Es necesario que la ATM planifique y ponga agentes en las calles estratégicas y en las horas pico. Por otra parte, actualmente en la ciudad se han colocado muchas cámaras para el control vial y en apenas cinco días se cometieron 260 infracciones. Lo mismo está sucediendo en las carreteras, donde abundan los dispositivos de fotomultas, varios de ellos dispuestos de modo estratégico que antes de ser mecanismos de prevención son medios de recaudación, por lo menos en este momento están suspendidos en su mayoría. Hay que tomar medidas para que nuestra ciudad deje de ser un caos por el tránsito y que la gente tome conciencia sobre los efectos de incumplir la ley.
Por lo tanto, hay conductores y peatones que deben tener la predisposición de cambiar en favor de la prevención de accidentes, es decir, debemos evitar más muertos, heridos, daños materiales, pérdidas económicas y de libertad, más los irresponsables, a quienes parece no importarle a nadie. La seguridad vial es una prioridad urgente. Hay que acabar con la vigilancia inútil en las vías, antes de que el crecimiento vehicular irreversible complique más la movilidad. (O)
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Robespierre Rivas Ronquillo, periodista, Guayaquil


















