Mi condición de profesional de la salud, pues mi primer título lo obtuve como doctor en Odontología en la gloriosa Universidad Central del Ecuador, me obligan a abordar un tema realmente preocupante, catastrófico y triste como es la salud pública en nuestro país. La crisis de la salud pública en Ecuador es severa, marcada por problemas financieros, corrupción, falta de insumos y medicamentos, llevando al sistema al borde del colapso, obligando a pacientes a cubrir gastos. Los desafíos incluyen el aumento de enfermedades no transmisibles (diabetes, hipertensión) por malos hábitos (tabaco, obesidad), la necesidad de mejorar la infraestructura y la gestión para responder a emergencias sanitarias (alertas por tos ferina/fiebre amarilla) y una brecha entre la atención pública y privada, afectando la equidad

Los hospitales y centros de salud carecen de medicamentos básicos, insumos y alimentos, afectando la atención diaria; existe escasez de médicos, especialmente en zonas rurales, y falta de personal técnico calificado para la gestión y atención. Aunque se habla de aumentar el presupuesto, la sostenibilidad de la inversión es cuestionada, generando incertidumbre sobre fondos para 2026. Problemas de corrupción y una gestión deficiente han agravado la crisis, incluso con designaciones de personal no especializado en salud. Miles de cirugías están suspendidas tanto en el Ministerio de Salud como en la Seguridad Social, creando caos en la atención.

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Gremios médicos y expertos solicitan al Gobierno dialogar para aumentar el presupuesto, gestionar eficientemente y escuchar a los conocedores del sistema. Se busca formar profesionales en gestión de calidad para optimizar procesos y mejorar la confianza ciudadana, establecer políticas públicas enfocadas en la promoción de la salud, acceso equitativo y fortalecimiento del Sistema Nacional de Salud, más allá de construir hospitales.

En resumen, Ecuador vive una emergencia sanitaria profunda, donde la falta de recursos y una gestión deficiente colisionan con las necesidades de una población vulnerable, requiriendo acciones urgentes y un enfoque integral.

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Las causas de la crisis se deben a deudas significativas con proveedores y falta de presupuesto adecuado para insumos y medicinas, desvío de recursos y deficiencias administrativas que impiden el correcto funcionamiento. Hospitales sin medicamentos básicos, material quirúrgico, y hasta oxígeno, generando compras de emergencia por pacientes.

Miles de personas no reciben la atención necesaria, muriendo o sufriendo por falta de tratamiento, los pacientes deben pagar por sus propios medicamentos y tratamientos, creando inequidad. Brotes de enfermedades (como tos ferina) requieren refuerzos de recursos y logística, evidenciando la fragilidad del sistema.

En resumen, Ecuador vive una emergencia sanitaria profunda, donde la falta de recursos y una gestión deficiente colisionan con las necesidades de una población vulnerable, requiriendo acciones urgentes y un enfoque integral. Esta crisis sanitaria es extremadamente peligrosa por lo que el presidente debe tomar medidas urgentes, como nombrar verdaderos profesionales para el MSP, pedir asesorías a universidades; solicitar la cooperación y eliminar la corrupción. (O)

Alfredo Suquilanda Valdivieso, doctor en jurisprudencia, Quito