Ante la situación preocupante y caótica que estamos atravesando en nuestro país, estimo pertinente hacer un alto para hablar en estas festividades de octubre respecto al civismo y recordar la historia de los monumentos construidos a las eminencias de la soberanía de Guayaquil.
¿Independencia o fundación? Lo que recuerda Guayaquil el 9 de octubre
Otro motivo que me anima a escribir sobre este tema es que durante mi época escolar había concursos de redacción y los temas eran de historia. Lo que transcribo son reseñas que conservo de antaño. Era una buena costumbre que sugiero a las autoridades de los planteles que se reanude porque abren el camino al conocimiento y sirven también estos ejercicios como una higiene mental.
Como sabemos, la columna del parque del Centenario se erigió como un homenaje a los próceres de la independencia de Guayaquil, en la fecha gloriosa del 9 de octubre de 1820. Las estatuas ubicadas en el pedestal corresponden a José Joaquín de Olmedo, José de Villamil, José de Antepara y León de Febres-Cordero y Oberto. Las cuatro figuras alegóricas que adornan los ángulos de la base de la columna representan la historia, la justicia, el periodismo y el heroísmo. En el fuste de la columna se encuentra reproducida el acta de la independencia del 9 de octubre de 1820.
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La creación de la columna de la independencia surgió de la iniciativa de varios ilustres guayaquileños, que se unieron para perennizar el ejemplo cívico de la emancipación. El 18 de septiembre de 1887, señala la historia que, una vez constituida la República del Ecuador, Francisco Campos Coello elaboró varios programas para recoger fondos para la ejecución del monumento. En 1891 el presidente del ayuntamiento, Pedro J. Boloña, aprobó por unanimidad el proyecto propuesto por Juan Illingworth y Alfredo Baquerizo Moreno. En 1903 se abrió un concurso de proyectos para la construcción de la obra, enviando las propuestas a Italia, Francia y Alemania y posteriormente a España, donde acogen con satisfacción su elaboración, que recae en las manos del arquitecto Agustín Querol, quien inicia la construcción en el año 1908, pero fallece repentinamente al año siguiente y continúa la obra el escultor Cipriano Folgueras Doiztúa, quien también falleció al mes de haber continuado con la escultura. Finalmente termina con felicidad esta tarea el escultor catalán José Monserrat.
En 1914 llegaron a Guayaquil desde Barcelona los bultos para la instalación de la columna, cuyo contenido era la base de granito y mármol rosa, así como el capitel de mármol blanco. Finalmente, después de la instalación de la columna, en diciembre de 1917 se colocó en la cima del monumento la estatua de la libertad. (O)
José Franco Castillo Celi, psicólogo y médico naturista, Guayaquil