El doctor Fabián Corral (columnista de este Diario), lúcido como siempre, en su columna “Quisiera creer otra vez”, publicada el pasado 13 de noviembre, asegura que los problemas del país no se reducen a su Constitución, sino a su falta de cultura. Y, además, afirma que la libertad es una virtud que corresponde a todos, pero que la ejercen solo los que pueden.
Vale la pena resaltar estos criterios, reconociendo que cultura no es lo mismo que expresiones culturales; cultura es el conjunto de creencias y valores que un pueblo posee y atesora. Eso es lo que Ecuador tiene escasamente por las famosas plurinacionalidad y multiculturalidad, que incluso permiten la aplicación de la ley de acuerdo al criterio de la etnia ofendida. ¿Cuándo y cuántas veces el Estado promueve los valores como respeto a la vida humana, respeto a la ley, esfuerzo para la superación personal, por ejemplo? No, al contrario, el Estado en varias ocasiones a lo largo de la historia ha dado ejemplo de viveza criolla y, además, se hace de la vista gorda ante expresiones culturales que son antivalores, en las que se exalta la violencia y el irrespeto a la ley.
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Y si la libertad la ejerce solo el que puede, el que no le pesa la conciencia, porque no solo es cuestión de no tener deudas con la justicia, es no tener cuentas pendientes con la conciencia. Esa conciencia que se hace fuerte sobre la base de los valores.
No hay carcelero más temido que el cargo de conciencia, cuando la persona sí la tiene. (O)
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Eduardo Jiménez E., ingeniero civil, Quito