La justicia es una virtud incomprendida, ya que quienes se sienten afectados por ella la entienden como injusticia, las leyes, acuerdos, resoluciones y mandatos que no satisfacen a sus intereses personales les disgusta y eso por ningún lado es comprender. Comprender es hacer propio lo que se entiende y actuar en consecuencia, hacerlo conlleva a actuar respetando los valores fundamentales del ser humano. La injusticia es venganza y la venganza es mala consejera, esta corroe el alma exprimiendo la vida del ser.
Justicia es cuando con verticalidad y de manera absoluta se imprime una sentencia o censura a un hecho debidamente comprobado, luego de una limpia y concienzuda argumentación imparcial donde no cabe ejercer ningún predominio como prueba, tangible e intangible.
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De manera indirecta he venido realizando una especie de auscultación, sobre lo que dice y piensa el pueblo sobre la clase política, los medios de prensa y las redes sociales. Encontrándonos con verdaderas sorpresas, que debidamente sopesadas tienen mucha importancia y de no corregírselas, grandes nubes negras se ciernen sobre el cielo ecuatoriano en donde hoy prima el pesimismo que nos ha conducido a las sendas del desconcierto en las organizaciones gremiales y en las clases sociales, que sin saber a quién acudir o en quién creer, se cierran bajo el negro manto de la desconfianza e incertidumbre.
Los medios de comunicación en general, de forma reiterada presentan a los mismos, que el pueblo califica de un coro bien armonizado de encantadores de la palabra u opinólogos que lo único que han logrado es acrecentar la incredulidad. El no permitir o intercalar, dentro de las entrevistas a personas de otras tendencias o con otros puntos de vista, hacen que se ciernen dudas de los pronunciamientos. Propiciando así el alejamiento de sintonizar, leer o ser espectador de los medios de comunicación del país.
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Daniel Noboa: Usaid nos ha extendido una mano, ellos nos van a respaldar en el plan que tenemos
Con respecto a la tabla de consumo de droga; en la actualidad a la luz del día se drogan los muchachos, en mayor cantidad en los barrios periféricos de Guayaquil. Ellos son víctimas desorientadas por las pésimas políticas sociales, que han empujado al despeñadero. Los jóvenes yacen en las esquinas de turbulentos barrios en zapatillas y pantalones rotas. ¿Qué aspiraciones les aguardan, si el hambre les ronca en el estómago de sus esqueléticos cuerpos? ¿Tienen o no la culpa las malas políticas sociales de los gobiernos de turno? ¿Por qué después del término del mandato de Correa, en 2017, no abolieron la tabla? Simple y llanamente para tener de donde agarrar, para rebatir la gestión del expresidente. Cosa similar sucede con lo que califican de manera errónea a la “ciudadanía universal” para que ingrese cualquiera sin visa al país.
Estamos en un país destruido y con la inmensa suerte de que esto no fue causado por una catástrofe de causa natural o una guerra. Sin embargo, esta situación sí fue provocada por aquellos que teniendo en su poder la solución de los problemas existentes, los profundizaron, bajo el propósito de “descorreizar el país” y lograron su cometido metiéndonos a todos en la más oprobiosa de las miserias. La pregunta que abre expectativas es ¿cuántos años le tomará al Ecuador para alcanzar la estabilidad del periodo prepandemia? (O)
César Antonio Jijón Sánchez, Daule