Hay muchas cosas buenas en la vida de todo hombre, pero la más importante es amar a la esposa hasta que la muerte los separe, y hacerla feliz.

Y así como una casa está hecha de muchos ladrillos, el amor está construido por muchas actitudes. Sin motivo especial, abrazarla, darle un beso, escucharla (muy importante), decirle cosas lindas aunque sean monosílabas, respetarla, si hay algún inconveniente, nunca gritar, y si va a gritar cuente hasta 20 y ya no querrá gritar; tener detalles con ella, no hacerla quedar mal en reuniones hablando de sus defectos o burlándose de sus errores. Y, sobre todo, recurrir a la Virgen María pidiéndole que la proteja. No deje que la llama del amor se apague, y si se apaga, vuelva a encenderla; no es que se apaga y esto se acabó. Siempre existe la posibilidad de que a las cenizas les pongamos leña para que prendiéndola, vuelva a aparecer la llama. Llévelo a la práctica... su esposa lo está esperando. (O)

Mario Monteverde Rodríguez, doctor en Medicina, Guayaquil

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