Una vez más, en el país se confirman diálogos para hallar soluciones a los problemas, que son muchos, que afectan la sostenibilidad del IESS. Las alertas se encienden, especialmente sobre el futuro del fondo de invalidez, vejez y muerte, y en forma especial los recursos para pagar a los jubilados, que se quedan cortos, debido a que el número de afiliados no crece al mismo ritmo, entre otros factores. A ello se añade la deuda histórica que arrastra el Estado con el IESS, que pasa los $ 24.000 millones, por concepto del 40 % de pensiones jubilares. En los momentos actuales ya se debió haber pagado a través del Ministerio de Finanzas, de acuerdo con lo dispuesto en la última reforma a la Ley de Seguridad Social, publicada el 22 de julio de 2024. Los problemas del IESS se agudizaron con Lenín Moreno, Guillermo Lasso y siguen con Daniel Noboa. Se advirtió que el sistema de pensiones, tal como está concebido, es inviable y presenta crónicos problemas de caja para sus pagos y en cuestión de dos a cinco años podría entrar en una incapacidad para cumplir las pensiones jubilares. En la actualidad, hay 3’914.840 afiliados, cifra más alta en la historia institucional, y más de 680.000 jubilados.
Por otra parte, hay otros problemas que resolver: los de la corrupción en los hospitales del IESS, donde se compran medicamentos con sobreprecios, presuntamente, y de mala calidad; sin embargo, se dice que sí hay stock, pero poco, para entregar a los pacientes. No funcionan los equipos, escasean los insumos médicos y las instalaciones están sin mantenimiento adecuado. No hay convenios con los prestadores externos. Hay que poner fin a las mafias, que operan otorgando préstamos irregulares a través de supuesta suplantación de identidad de los jubilados.
Debe hacerse una reforma integral al fondo de pensiones; es una absoluta necesidad el realizarla de inmediato. Es importante hacer precisiones sobre las jubilaciones patronales, que son un derecho vitalicio a recibir una pensión mensual para los trabajadores de más de 25 años en una empresa, que han prestado sus servicios continua o ininterrumpidamente a un mismo empleador.
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Otro problema es la edad para jubilarse, de 65 a 70 años, es decir, a quienes les quedan pocos años para vivir. Esta propuesta debe ser consensuada y analizada, para que guarde armonía con nuestra vida futura. Se requiere de un debate serio y abierto, que sea en beneficio de una entidad que es y debe servir a los afiliados y pensionistas. (O)
Robespierre Rivas Ronquillo, periodista, Guayaquil