El 26 de abril de 1986 marcó un antes y un después luego de la explosión registrada en la central nuclear de Chernóbil. Millones de personas y de animales han sido impactados por la propagación de una estela nuclear que al día de hoy sigue siendo una huella difícil de borrar.
El accidente, refiere Naciones Unidas, propagó una nube radiactiva en la antigua Unión Soviética, abarcada en la actualidad por Rusia, Bielorrusia y Ucrania, lugar en sí de la catástrofe.
Las consecuencias del accidente de la central nuclear de Chernóbil fueron vividas por más de 8.4 millones de personas y una cantidad no precisada de animales. Se ha estimado que el peor accidente nuclear civil de la historia causó más de 4.000 muertes por cáncer, en especial de la glándula tiroides.
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En 2017 se inició una investigación a propósito del aumento de la población de perros asilvestrados en Chernóbil, estimada en unos 800 perros entonces.
“Entre 2017 y 2019, se establecieron estratégicamente tres clínicas que ofrecen atención veterinaria a perros callejeros en la zona de exclusión de Chernóbil y sus alrededores para muestrear la mayor diversidad geográfica de perros”, indica www.science.org.
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¿Qué le pasó a los perros en Chernóbil?
Según refiere un artículo publicado por www.science.org no está claro cómo prosperaron estas manadas de perros en Chernóbil.
Una de las hipótesis es que las poblaciones actuales descienden de mascotas dejadas por personas evacuadas de ciudades como Pripyat que tenía unos 50 mil habitantes, aunque “el Ministerio del Interior de Ucrania inició el sacrificio de mascotas abandonadas para prevenir la posible propagación de la contaminación radiactiva”.
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Se cree, añade la revista Science, que muchos de estos perros lograron evadir a los cazadores y “posteriormente fueron alimentados y cuidados por campamentos de trabajadores de limpieza de Chernóbil y, más recientemente, por turistas”.
“El área de 2.600 kilómetros cuadrados que se extiende alrededor de la central, que ahora se conoce como la Zona de Exclusión de Chernóbil (CEZ), fue la más profundamente afectada por la nube radiactiva, generando una catástrofe ecológica de proporciones masivas”, apuntan los autores del estudio.
Perros viven en áreas de la central de Chernóbil
Gracias al estudio se constató la existencia de dos poblaciones de perros localmente distintas, una asentada en la ciudad de Chernóbil, a 15 km de la en la central nuclear de Chernóbil, y otra de perros que viven en la central.
Los investigadores, que extrajeron muestras para realizar análisis genéticos en cientos de perros, sugieren que el mayor potencial de la población de perros en Chernóbil “radica en comprender los fundamentos biológicos de los animales y, en última instancia, la supervivencia humana en regiones de alto y continuo ataque ambiental”.
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Se cree que “poblaciones de perros semisalvajes probablemente hayan poblado el sitio del desastre nuclear de Chernóbil en las décadas transcurridas desde el accidente”.
Algunos perros viven y se reproducen en zonas altamente contaminadas, refiere el estudio.
Los perros de Chernóbil son en sí mismos un modo de identificar los efectos de la exposición a la radiación por largos períodos.
Visto así, remarcan los investigadores, los “perros de Chernóbil son de gran relevancia científica para comprender el impacto de las duras condiciones ambientales tanto en la fauna silvestre como en los seres humanos, en particular los efectos en la salud genética de la exposición prolongada a la radiación ionizante de baja dosis y a otros contaminantes”. (I)