Durante el último mes las jornadas de los padres de Lisbeth Baquerizo Muñoz se han desarrollado entre la Fiscalía del Guayas y la Policía Judicial.

Realizan trámites con sus abogados, acuden a versiones que son pospuestas por alertas de bombas o porque los testigos no se presentan, y cada día protestan en la plaza La Merced, frente a la Fiscalía y a la iglesia en la que hace un año su hija mayor se casó con Luis H., a quien consideraba el amor de su vida.

Este jueves los amigos, familiares y conocidos de Lisbeth volvieron a reunirse en esa iglesia La Merced, pero esta vez los vestidos de gala fueron reemplazados por atuendos negros y los embargaba la tristeza. Ahí, a las 09:00, se realizó la misa por el primer mes de la muerte de la mujer de 30 años, quien fue asesinada a golpes en Puerto Azul.

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Luego de los abrazos solidarios salieron de la iglesia y sacaron los carteles que han usado en las últimas semanas, cruzaron la calle Víctor Manuel Rendón y se plantaron frente a la Fiscalía para exigir justicia: piden que los autores, cómplices y encubridores del crimen que ha estremecido a todos sean capturados y sentenciados.

La madre de Lisbeth, Virginia Muñoz, asegura que no quiere venganza, sino justicia, y que no se cansará de luchar por su hija.

Este jueves al cuarto piso de la Fiscalía debía acudir el hermano menor de Luis H., quien no tiene orden de detención, pues debía dar su versión de los hechos. El hombre no se presentó. Su abogado, Alexander Espinales, quien fue fiscal hace unos años, aseguró que tenía una audiencia en otro cantón y que no podía acompañar a su cliente, por lo que pidió una nueva fecha para la toma de versión.

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Los padres de Lisbeth exigen que el hermano sea detenido, pues aseguran que también estuvo en Puerto Azul el 21 de diciembre, cuando se intentó hacer pasar como un accidente doméstico el atroz crimen de la mujer.

En este caso hay un detenido: el médico que firmó el acta de defunción que indicaba que Lisbeth había muerto de forma natural.

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Además, hay cinco prófugos: el supuesto femicida, sus padres, su hermano mayor y el funcionario de la funeraria, quien formolizó y maquilló el cuerpo de la fallecida, a quien le descubrieron dos heridas en la cabeza que habían sido selladas con pegamento.

Luis H. habría fugado una semana después del crimen. Sus familiares salieron de viaje minutos antes de que allanaran su casa. (I)