Actualizado a las 14:00

A pesar de las limitaciones de movilidad y las restricciones sanitarias el tradicional Pase del Niño Viajero se cumplió en Cuenca.

Este año la imagen venerada por los fieles católicos fue trasladada en un vehículo por diferentes barrios de la ciudad. De esa manera se quería evitar aglomeraciones durante este evento que hasta el año pasado convocaba alrededor de 10.000 personas.

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Cada 24 de diciembre es un día muy esperado para los cuencanos, no solo por ser la previa a Navidad, sino por la realización del Pase del Niño Viajero, una masiva procesión de gente que fusiona elementos religiosos y culturales. La gente llenaba la céntrica calle Simón Bolívar entre las 09:00 y 16:00, por lo que fue bautizada como El quinto río de Cuenca.

Pero este 2020, las limitaciones, especialmente sanitarias, cambiaron radicalmente su desarrollo. Lo usual era colocar la imagen en un altar para que los creyentes se acerquen, pero ahora se hicieron dos recorridos, uno aéreo y otro terrestre. Las autoridades religiosas de la ciudad querían que el evento se mantenga porque la fe de la gente lo demandaba, indicaron.

A las 07:30 de hoy se realizó un sobrevuelo en una avioneta particular contratada por el Consejo Nacional de Laicos. La imagen pasó por algunas parroquias rurales de Cuenca como Ricaurte, Nulti, Santa Ana o Quingeo.

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Luego de aterrizar en el aeropuerto Mariscal Lamar se celebró una misa en la Catedral de la Inmaculada. El arzobispo de la ciudad, Marcos Pérez, comentó desde el altar que en este momento la imagen de Jesús es como “un sol que nace en medio de la pandemia”.

“Hasta este año a todos nos parecía haber descubierto la clave de la felicidad porque llenos de orgullo creíamos tener el mundo en nuestras manos, tantos adelantos científicos y tecnológicos. Todo lo podía el hombre, éramos una especie de dioses, pero resulta que apareció un virus tan pequeñito y nos mandó al suelo”, afirmó.

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Cerca de las 09:30, el Niño Viajero fue colocado en la camioneta que utilizó el Papa Francisco en su visita a Ecuador en el 2015.

Desde los bajos de la Catedral de la Inmaculada empezó el recorrido por 19 sectores de Cuenca. Para evitar aglomeraciones no hubo paradas y se evitó ir por las calles aledañas a los mercados, pues en cualquier zona con gran cantidad de gente se corría el riesgo de provocar contagios del COVID-19.

Durante el trayecto la fe de la gente se hizo presente con diferentes manifestaciones: unos prepararon altares, otros se vistieron de personajes bíblicos y algunos se santiguaron de rodillas como pidiendo favores o agradeciendo milagros.

Isabel Arias tiene 88 años de edad y cuando el Niño Viajero pasó por la avenida de las Américas, cerca de su casa, lo esperó en el parterre con flores e incienso. Lo tuvo menos de cinco segundos en su frente pero aseguró que fue suficiente para sentir que “que Jesús nació en su corazón”.

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Contó que desde el inicio del Pasé en el año 1961 salían en familia revestidos de personajes bíblicos, pero ahora por la pandemia se quedaron con las ganas. Hoy, eso no le importó mucho porque aseguró sentirse feliz.

Cerca de las 13:00 el recorrido de este inusual Pase del Niño Viajero terminó en el Monasterio del Carmen de la Asunción, donde se celebró una misa privada para las religiosas del claustro, los integrantes del Grupo Hermano Miguel y los padrinos del Pase. (I)