Hay quienes tienen como cábala vestir ropa de color amarillo cada que termina un año en símbolo de alegría y prosperidad. Pareciera que la naturaleza también creyera en ello, pues desde la comuna Villingota hasta Zapotal, en la provincia de Santa Elena, un tono amarillo cubre los cerros.

Este espectáculo natural ha llamado la atención en los últimos años y detiene por unos minutos a todo aquel que transite por la vía Guayaquil-Santa Elena.

Gran parte de la novedad se debe al florecimiento de los árboles de bototillo, moyuyo y guayacán, aunque estos últimos en menor proporción, según dijo un vocero del Ministerio del Ambiente (MAE).

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Con la llegada de las lluvias, el bosque tropical seco o también denominado publiestacional, con el que cuenta la península de Santa Elena, cambia de aspecto. Lo que parecía muerto se llena de vida y con mucho color. Hace dos semanas aproximadamente el color amarillo es más intenso. A lo llamativo se suma la diversidad de fauna a través de aves como el cucuve, pechito rojo, jilguero y más.

Si bien este suceso no ha sido impulsado como turístico oficialmente, la experiencia toma mayor relevancia, debido a que en Zapotal se impulsa un nicho gastronómico con el seco de chivo, humitas y más, mismos que se expenden en distintos locales situados a los costados de las vías. Muchos de ellos en sus alrededores permanecen decorados con los coloridos árboles.

Desde la cabecera cantonal de Santa Elena toma 30 minutos en vehículo llegar a Zapotal, mientras que desde Guayaquil el tiempo es de aproximadamente una hora y media. (I)