Vestir de chagra, de cholo, de mayoral, de mariachi y hasta de torero a la imagen del Jesús recién nacido es un arte que Blanca Hurtado realiza con dedicación desde hace 18 años. La época navideña es la de más demanda, pues gran parte de los cuencanos quiere tener a su Niño elegante para colocarlo en el pesebre en Nochebuena.

Blanca corta las telas para armar los trajes y Esperanza Pinos, su costurera, los borda a mano y con paciencia. Emplea elegantes mullos, telas coloridas, chaquiras y otros detalles que le dan vida. Los vestidos para el Niño Jesús incluso son exportados a Estados Unidos.

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Tradicionalmente, los trajes con mayor demanda son los de mayoral o pastor principal, que incluye un poncho, pantalón, sombrero y en determinadas ocasiones unas diminutas zapatillas. Es uno de los más elegantes por la cantidad de bordados y detalles que lleva.

El segundo con más salida es el de cholo, que tiene un poncho rojo y un pantalón blanco. Otro con gran demanda es el de mariachi, que lleva chaqueta, pantalón y un sombrero decorado manualmente.

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En la mente de Blanca siempre hay espacio para la innovación y este año diseñó seis nuevas prendas. Una de las más llamativas es la que recrea al indio mexicano Juan Diego, quien observó a la Virgen de Guadalupe. Tiene un fondo blanco en el que se bordó la imagen de la guadalupana sobre unas coloridas rosas. Una capa roja con dorado acompaña el vestuario.

Uno más sencillo pero elegante es el hábito que visten los Caballeros de la Virgen de Fátima, con elementos que lo hacen parecido al vestuario de los también conocidos como heraldos. Se trata de una túnica blanca por debajo, con un traje café con capucha por fuera, donde se estampó una gran cruz de Santiago de Compostela y un pequeño rosario amarrado a la cintura.

El costo de los trajes varía según el tamaño del Niño, lo complejo del tejido y el tipo de tela. Hay desde $ 2, el más básico. En esta temporada los colores más usados en los trajes son el rojo y el blanco, porque la “gente necesita más amor y salud”, dice Blanca en referencia a la psicología del color.

El bazar se llama Virgen del Cisne. Y aquí el resto del año se elaboran trajes o vestuarios para diferentes imágenes, que son veneradas a lo largo del año en Cuenca y en otras provincias cercanas. Así, hacen mantos para la Virgen de la Nube, que es de Azogues, y para la Churonita, de Loja.

Uno de sus clientes fijos son los organizadores del Pase del Niño de Praga, que se realiza cada año en el barrio de Gapal, en el norte de la ciudad.

La mujer cuenta que esta habilidad la heredó de sus padres y abuelos, quienes se dedicaban a este arte. Ellos fabricaban cohetes y globos para fiestas; eran músicos, sastres y hacían otros oficios. Blanca asumió a tiempo completo este trabajo cuando su marido migró a Estados Unidos y se vio obligada a doblar su jornada para sacar adelante a su familia, recuerda.

Una de sus hijas se independizó y abrió su propio local de venta y alquiler de disfraces que ella misma confecciona. Y aunque el año económicamente no ha sido bueno, Blanca aprovecha este mes que es temporada alta. Por eso, lleva trabajo a su casa y hasta se amanece. 

Creaciones y telas

Por lo general, la tela que usa Blanca Hurtado es el terciopelo stretch, con el que también se confeccionan los bolsicones (una especie de falda) de la chola cuencana. Las creaciones de esta mujer son exportadas a EE.UU. (I)

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