La imagen de la Virgen de El Cisne ha permanecido desde el mediodía del pasado sábado en la ciudad de Catamayo. En el altar de la iglesia central de esta ciudad ha sido visitada por cientos y miles de devotos, mientras que los caminantes –que en su mayoría han acompañado a la imagen desde el pasado viernes cuando salió de su santuario– permanecían en los alrededores de la iglesia.

En los exteriores del templo se han quemado castillos de pirotecnia, se han presentado grupos y solistas con música y danza, los comerciantes han tenido gran concurrencia de turistas y los restaurantes han vendido más de lo habitual. Todo por la gran cantidad de fieles que ha llegado.

Lo principal del recorrido ha sido la fe y religiosidad demostrada por los devotos a lo largo del trayecto y en cada una de las misas que se han oficiado.

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Las muestras de cariño, amor y mucha fe se evidencian a lo largo de la procesión. No faltan los rostros de un anciano caminando descalzo y apoyado en un bastón, niños en coches cubiertos, familias enteras que no han tenido dónde o cómo hospedarse (visible por lo que llevan: cobijas, gaseosas, frutas, arroz en funda, galletas, etc.), jóvenes parejas sonriendo, padre, madre, hijos y el rostro de una madre con lágrimas en los ojos que eleva sus manos en busca de un milagro. Entre los pedidos más comunes, según los devotos, están prosperidad, trabajo y, principalmente, salud. Todos están seguros de que recibirán la protección celestial “de su sagrado manto, de su mano, de su corazón, de sus ojitos negros y grandes”, como se describe a la Virgen de El Cisne.

Testimonios

Laura Oguña, de 69 años, dice que cumple la promesa de acompañar a la Virgen desde hace 25 años. “Camino con fe y con el corazón abierto, con la devoción que debemos tener a la santísima Virgen”.

Por su parte, Dalton López, de la Asociación de gancheros (custodios), indica que este trabajo y devoción la heredó de sus abuelitos. “Cargamos en hombros (la imagen) y permitimos que la gente organizadamente lo haga”, dice, y agrega que son 14 las personas que tienen este privilegio. “Dedicar tres o cuatro días no es un sacrificio”.

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Rosa Sarmiento como devota dice que todos los años, junto con su familia, alimentan a los peregrinos que alcancen. “Este año pelamos tres chanchos y esperamos que esto alcance para unas 1.500 personas. Santísima Virgen, tú me das trabajo y tú permites esto”, refiere.

Efraín Medina, de 73 años, llegó desde Quito. Es un catamayense que regresó y recuerda que cuando era niño su abuelita le comentaba que lo cargaba en su espalda. “Desde esa época he caminado junto a ella. Cuando era joven iba hasta Loja, ahora por mi edad lo hago solo de El Cisne a Catamayo”.

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Paúl Aguilar, oficial de policía a cargo de la seguridad de uno de los tramos de la procesión, explicó que el trabajo ha sido arduo pero confortante. “Los cierres de las vías se han cumplido con normalidad y sin contratiempos, no han existido accidentes que lamentar”, dijo.

Hoy se recorrerá el tramo final desde Catamayo a Loja. En el sector denominado La Urna del Villonaco se realizará una misa, para alrededor de las 14:30 ser recibida en el barrio Belén por personal de las Fuerzas Armadas. Ellos la trasladarán hasta la zona militar, donde habrá otra misa con la Generalísima. Luego será llevada a los exteriores de la Catedral, donde recibirá un homenaje antes de ingresarla a la casa religiosa en la que permanecerá hasta el 1 de noviembre. (I)