La noche del martes, luego de 54 días preso, el ecuatoriano Pablo Villavicencio, detenido por los servicios de Inmigración tras entregar una pizza en una base militar, salió libre.

Villavicencio lloroso se fundió en abrazos con sus hijas y su esposa fuera de la cárcel, luego de que el juez federal Paul Crotty frenó su deportación.

“Pensé que el mundo se me acababa”, dijo el inmigrante. “Pensé que lo iba a perder todo, que mi sueño de tener una familia siempre unida llegaba a su fin”, expresó.

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Crotty había declarado que Villavicencio puede permanecer en Estados Unidos mientras cursa su proceso para obtener estatus legal. El juez cuestionó abiertamente los motivos para deportar a un hombre que había iniciado el trámite para obtener un permiso de residencia, actualmente en consideración.

“Los poderosos están haciendo lo que quieren y los pobres sufriendo lo que deben”, dijo Crotty tras escuchar al fiscal federal Joseph Cordaro defender las acciones del gobierno. “¿Existe el concepto de justicia aquí o lo hacemos porque nos da la gana?”, preguntó el magistrado. “¿Dónde está el daño al país?”, agregó.

En la orden de liberación, Crotty aseguró que “a pesar de que se quedó en Estados Unidos de forma ilegal... ha sido un ciudadano modelo”. “Tiene dos hijos, ambos son ciudadanos de Estados Unidos. No tiene antecedentes penales. Ha pagado sus impuestos. Y ha trabajado diligentemente para mantener a su familia”, añadió.(I)