Alrededor de la década del 60 del siglo XX se vendió en nuestra ciudad un tipo de refresco con sabores de frutas que, contenido y sellado en una funda plástica gruesa y pequeña, pronto se afianzó en el mercado popular y pasó a competir con los helados de conos ofertados en carretillas y también con los de forma cúbica y congelados totalmente ofrecidos a la entrada de centros educativos y por casas particulares.

La marca se llamó Bolo y tal fue su popularidad que a similares productos salidos al mercado en lo posterior la gente siguió llamándolos así, ignorando su verdadero nombre.

Los más pequeños de las familias y muchos adultos aprendieron a consumir el indicado preparado que tenía promoción permanente en periódicos y radioemisoras.

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Como su valor era económico la venta creció y pocos se abstenían de disfrutarlo.

Un aviso en Diario EL UNIVERSO dio cuenta de una promoción para los consumidores de Bolo, que al presentar varias fundas vacías del refresco recibían un boleto numerado para participar en rifas de juguetes y otros atractivos premios.

En 1964, la fábrica funcionaba en General Córdova 407 y Tomás Martínez, con agencias en otras localidades del país. Cuando se pusieron a la orden de empresarios las máquinas empacadoras, surgieron numerosos negocios.

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Productos parecidos al Bolo, caso del refresco CHU-P-T, estuvo, asimismo, en tiendas barriales y mercados por mucho tiempo.

En la actualidad hay fábricas con productos que siguen aquella línea, pero resaltan que el proceso de preparación y envasado es de lo más moderno y que la variedad de los sabores está acompañada de estrictas medidas higiénicas y las sugerencias medicinales más avanzadas para el consumo confiado de la población. (I)

Del tiempo de la espada y la conquista/ se viene levantando progresista/ hasta ser de la Patria, capitana./ Esta ciudad que Julio la engalana/ en el viento nupcial de la memoria,/ se llama Guayaquil, sol de victoria.Julio Micolta Cuero (esmeraldeño)