“Me dan ganas de llorar, me remuerde estar tan cerca de Estados Unidos, de tan lejos que venimos. Estamos a un paso de Estados Unidos, y el no poder cruzarnos me da mucha tristeza”, dice impotente uno de los migrantes hondureños que, sobre la valla fronteriza que separa México del territorio estadounidense, clamó por asilo.

Luego de un agotador recorrido atravesando México, una parte de la caravana de migrantes que llegó a Tijuana manifestó en el límite fronterizo, vigilado por guardias estadounidenses. El Gobierno de EE.UU. había advertido con detenciones, juicios y deportaciones en caso de ingresar ilegalmente.

Fue en Playas de Tijuana, la ciudad más occidental de México, en donde el cerco fronterizo se adentra en el océano Pacífico. Decenas de migrantes, la mayoría hondureños y salvadoreños que huyen de la violencia y persecución de las pandillas, sobre la valla y al grito de “No somos criminales”, clamaban por asilo humanitario al presidente estadounidense, Donald Trump, registró el medio mexicano El Sol de Tijuana.

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Pero el recurso del asilo no resulta esperanzador. Un ambiente de angustia, tristeza y desesperación asfixiaba la garita internacional de San Ysidro, que colapsó con la llegada de unos 300 migrantes pidiendo ese beneficio.

El nerviosismo y las lágrimas resbalaban por los rostros en la explanada del cruce fronterizo El Chaparral cuando les informaron que solo 50 personas fueron autorizadas a seguir el trámite para el asilo.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza indicó que han llegado a la capacidad total de casos por día en el puerto de entrada de San Ysidro y agregó que los migrantes “deben esperar en México”.

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“Estoy nerviosa. Tengo miedo”, dijo a Reuters Linda Sonigo, de 40 años, mientras caminaba hacia la garita estadounidense con su nieta de dos años en brazos. “Temo que nos separen”, dijo, señalando a sus dos hijos y su nieto.

En un doloroso proceso, abogados de migración de las asociaciones civiles sortearon esos 50 cupos y priorizaron a mujeres con bebés, niños y jóvenes, lo que dio paso a conmovedoras despedidas entre familiares, publicó el medio Frontera.

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“El asilo es un derecho” se leía en pancartas con las que decenas de activistas a ambos lados de la frontera manifestaban a favor de los migrantes.

Largo y difícil proceso

El proceso para acceder al trámite dura unas tres semanas y los migrantes pasan a un centro de detención por meses, un año o un año y medio. “Durante este tiempo tienen que aprobar la ‘entrevista del miedo’”, dice a Frontera Nicole Ramos, abogada de la organización Del Otro Lado. Quienes son rechazados suelen ser deportados a sus países de origen.

Ramos recuerda que de la caravana de migrantes del 2017, los asilos humanitarios se aprobaron solo a 4 de 200, y algunos de ellos continúan en proceso.

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Los solicitantes de asilo deben demostrar un temor bien fundado a ser perseguidos en sus países, pero a la gran mayoría de centroamericanos se les niega el refugio. (I)

Para mí fue triste, pero corría riesgos, pero toda mi familia está allá; mi destino es estar en EE.UU. Si Dios me lo permite, voy a hacer el esfuerzo. Espero que Dios me ayude, porque él me ha ayudado desde que empezamos hasta el fin”.Osmar Salvador, Inmigrante hondureño de 16 años