Era la última ronda que el suboficial de Infantería de Marina, Luis Mosquera, debía hacer desde el destacamento de Mataje, antes de salir de esa unidad de la Armada Nacional en la que estuvo los últimos seis días. Su gran anhelo, cuenta su esposa Martha Erazo, era volver a ver a sus cuatro hijos, sobre todo al único varón: Mateo.

Mosquera, suboficial segundo, tenía 26 años en la Marina y según Edwin, uno de sus hermanos, como ya se le acercaba su salida de la institución militar, él compró un bote, al que bautizó con el nombre de Mateo, para dedicarse a la pesca. Planificaba también comprarse un camión para “ponerse un puesto” (negocio) de arroz.

Todos esos sueños se truncaron la mañana del martes último cuando un tanque bomba de fabricación artesanal explotó mientras la patrulla de Mosquera hacía tareas de control y vigilancia en la localidad de Mataje, a un poco más de 20 minutos de San Lorenzo. Un cabo y un marino corrieron la misma suerte que Mosquera.

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Génesis, una de las tres hijas de Mosquera, repasa también los sueños de su padre, pero hace un alto para decir con certeza que no todos los anhelos de Castrilli (árbitro argentino), como lo conocían por su afición al arbitraje, se han terminado. Ella cumplirá el deseo de su padre de tener otra uniformada de la Marina en la familia.

Con voz entrecortada recuerda que su padre la iba a acompañar a inscribirse en el curso para ingresar a la Escuela de la Marina. Aunque le cause mucho dolor esta realidad, dice, irá sola a presentarse.

La madrugada de ayer llegó el cuerpo de Mosquera a la casa de su suegra en el Barrio 26 de Agosto, en San Lorenzo. Ahí, los restos del marino fueron colocados en una de las habitaciones donde estaba la sala.

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Sobre el féretro estaba una bandera de Ecuador y encima una gorra del uniforme de parada del suboficial. Era escoltado por dos marinos que portaban fusiles y hacían saber que ahí yacía “un héroe que cayó en combate”, decía un vecino. Otros dos marinos hacían guardia en la entrada a la casa. En la calle estaban carpas y sillas para amigos y familiares que llegarían.

Hoy los restos serían llevados al Batallón de Infantería de Marina de San Lorenzo. Ahí habrá una capilla ardiente. Luego irán al cementerio local para darle sepultura, dijo Erazo. (I)

Jamás imaginamos que una muerte así llegaría a nuestra familia, pese a que siempre se teme por la seguridad de los militares. En cualquier momento corren peligro y peor aún cuando se está en una zona de frontera como San Lorenzo. Hay que pedirle a Dios que no haya más víctimas.Martha Erazo, esposa de Luis Mosquera