El partido socialdemócrata alemán (SPD) lanza este sábado una campaña para convencer a sus miembros de aprobar un gobierno con la canciller conservadora Angela Merkel, cinco meses después de las elecciones legislativas en la primera economía europea.

La votación de los cerca de 464.000 afiliados del SPD es vital para la mandataria de 63 años, que ganó los comicios del 24 de septiembre, pero no obtuvo una mayoría clara en el Parlamento.

La consulta, que comenzará el martes 20 de febrero, llega en un momento complicado para el partido más antiguo de Alemania, que no para de caer en los sondeos.

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Una encuesta de la televisión pública ARD le atribuye el 16% de las intenciones de voto, solamente un punto por delante del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD). En septiembre, los socialdemócratas habían obtenido el 20,5% de los votos, su mínimo histórico.

Los resultados de la votación del SPD se conocerán el 4 de marzo. Si los militantes dan el visto bueno a un gobierno de coalición con los conservadores, Merkel, que lleva más de 12 años al frente del país, podrá iniciar su cuarto mandato.

En caso contrario, el contrato de coalición que firmaron los conservadores y los socialdemócratas tras negociaciones maratonianas será papel mojado, y Alemania se dirigirá probablemente hacia elecciones anticipadas que podrían beneficiar sobre todo a AfD.

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La canciller también podría optar por un gobierno en minoría, una posibilidad que siempre ha descartado hasta el momento.

Guerra de líderes

Andrea Nahles, que tomará, salvo sorpresa, las riendas del SPD a finales de abril, lanza este sábado en Hamburgo la primera de varias conferencias regionales para defender los beneficios de una nueva gran coalición ante sus bases.

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Su tarea también consistirá en restablecer la calma después de los ajustes de cuenta entre dirigentes, que provocaron el martes la renuncia del presidente del partido, Martin Schulz.

"Las viejas luchas de poder entre los hombres perjudicaron al partido", afirmó Manuela Schwesig, una vicepresidenta del partido, en una entrevista para el diario Schweriner Volkszeitung. "Nosotras, las mujeres, vamos a actuar de otra forma".

Recibido como un salvador hace apenas un año, Schulz, que durante meses estuvo cerca de Merkel en los sondeos, condujo a su partido hacia una derrota histórica en las legislativas, marcadas por el ascenso de AfD.

Después de proclamar que preferían regenerar el partido en la oposición, los dirigentes socialdemócratas cambiaron de parecer tras el fracaso en noviembre de las negociaciones entre conservadores, liberales y ecologistas para formar gobierno.

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Un giro que no sentó bien a los militantes. Muchos consideran que, al hilo de sus alianzas con los conservadores, el partido se fue alejando de sus raíces de izquierdas y de la confianza de su electorado.

La gota que colmó el vaso fue la voluntad de Schulz de ocupar el ministerio de Relaciones Exteriores en el futuro gobierno, aunque había jurado no entrar en un ejecutivo con Merkel.

Huella socialdemócrata

Nahles quiere centrarse en el contenido del contrato de coalición que, según ella, tiene una fuerte "huella socialdemócrata".

El SPD obtuvo en efecto varias concesiones en materia de salud o de empleo y seis ministerios, incluidos el de Relaciones Exteriores y, sobre todo, el de Finanzas, que fue durante años "propiedad" de los conservadores.

Estos deberán contentarse con las carteras de Economía y de Defensa entre los principales ministerios, lo cual provocó unas críticas internas sin precedentes contra Merkel.

A pesar de las dificultades, un sondeo del instituto Kantar Emnid publicado el viernes revela un dato alentador para los dirigentes socialdemócratas: dos tercios de sus simpatizantes se muestran a favor de una coalición con los conservadores.

Los líderes del SPD insisten además en el probable desastre que podría provocar la convocatoria de nuevas elecciones para el partido.

Una advertencia que enfada a Kevin Kühnert, el mediático jefe de las juventudes socialdemócratas, que lanzó una ruidosa campaña contra la coalición. "Si tememos nuevas elecciones, entonces podemos cerrar el negocio", declaró. (I)