De aquel Guayaquil de su juventud extraña la seguridad con la que salía a la calle sin temor a ser víctima de robo. La ciudad, describe, era sucia, llena de “tallarines” y con pocos lugares para visitar. En el cerro del Carmen, Alberto Daccach Plaza, de 58 años, menciona que entre aquellos contados sitios de entretenimiento que había en la ciudad prefería ir con sus amigos a los cines Maya, en Urdesa, o Inca, en el barrio Centenario, a ver dos funciones los domingos por la tarde.