Hope es un niño nigeriano que ahora tiene tres años y es muy feliz. Cuando lo rescataron estaba lleno de gusanos y apenas sobrevivía con los desechos que los transeúntes arrojaban a la calle. Tuvieron que someterlo a transfusiones diarias de sangre para mantenerlo vivo e incluso practicarle una operación en su uretra para arreglar un defecto de nacimiento que le impedía orinar con facilidad.