Su mamá quería que fuera radiotécnico para que así ayudara en la casa, pero a Augusto Enríquez desde niño le atrajo un mundo más sensible y escribía poesía, por eso aceptó la condición de su madre, Colombia Carrillo, de que si quería estudiar la especialización de Sociales debía trabajar y estudiar por las noches. Lo hizo en el Ati II Pillahuaso, donde una profesora de inglés lo llevó un día a un taller de teatro que organizaba el Municipio. “La maestra se quedó una semana y yo me quedé hasta ahora”, dice entre risas.