Pocos enseres pudieron salvar siete familias damnificadas por el incendio suscitado la tarde del miércoles 12 en la cooperativa El Mirador, sector Sergio Toral 2, en el noroeste de Guayaquil. Unos colchones, televisores y algo de ropa liberaron del fuego. No hubo heridos, sí susto y pesadumbre por la pérdida de techos en ese vecindario de al menos diez años de antigüedad, de familias manabitas en su mayoría, y erigido en una ladera, de forma irregular, sin permisos pertinentes.

El hollín cubría ayer los terrenos empinados. Pocos palos quedaron en pie. Estaban casi marchitos algunos árboles juveniles de mango. Las familias pasaron la noche en casa de vecinos, que a la vez eran sus parientes en ciertos casos.

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Los Baque llegaron de Santa Ana hace una década. Segundo, de 73 años, dio posada a su hermano Milton, de 60, damnificado, quien proporcionó sus datos a delegados de organismos que prestaron asistencia: Municipio, con vituallas; Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), colchones; Ministerio de Salud, atención médica; y Gobernación, cuyos brigadistas levantaron datos sobre la situación legal de las familias.

Miriam Pincay, quien vive en la zona y cuya casa no consumieron las llamas, entregó una funda de ropa y otra de víveres a Diana Salazar, madre de tres niños que un día antes le había contado a la prensa que perdió todo en el incendio, que aparentemente se originó por un cortocircuito.

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Miriam se solidarizó con ella, le pidió que sea fuerte. No le contó que tiene cáncer en etapa terminal, que es madre de cuatro hijos, que lleva nueve años batallando contra el mal. Sino como lo hizo el día del incendio, tomó el bus de la línea 8 para llegar al centro de Guayaquil y de ahí otra unidad para avanzar a Solca, en La Atarazana.

Miriam cobra el bono de desarrollo humano y en la Sergio Toral 2 tiene una tienda y con ello paga quimioterapias, beneficiada con un descuento por su situación económica.

Carmen Bustamante perdió su techo en el incendio. Tiene cinco meses de gestación y como sus vecinos proporcionaba ayer sus datos a los representantes de instituciones a la espera de obtener ayuda para levantar otra vez su vivienda.

Hace diez años, recordaron los posesionarios, pagaron entre 500 y 600 dólares por los solares delineados en la ladera.

Según brigadistas de la Gobernación, los damnificados vivían en tierras no legalizadas y tenían que primero obtener escrituras o un documento válido para poder tramitar algún bono gubernamental.

Como parte de la asistencia, el Municipio levantó carpas.

En la tarde estaba prevista la llegada al sitio del gobernador Julio César Quiñónez.

Los damnificados se aprestaban anoche a pernoctar otra vez en casa de vecinos. (I)

Dios da para todos un poco, va a ayudar a estas personas; en mi enfermedad, sigo luchando y él me tiene con vida, a pesar de que los doctores me hayan dicho que ya no tengo cura.Miriam Pincay, habitante de Sergio Toral 2