Como un campo de guerra. Así describió ayer Marcos Zambrano a más del 50% de la ciudad de Calceta, cabecera cantonal de Bolívar, Manabí. Zambrano es coordinador del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de esta localidad, que fue gravemente afectada por el terremoto del sábado anterior.

En el centro de esta urbe el polvo invade el ambiente, habitantes se protegen con unas mascarillas mientras el tiempo parece avanzar lento.

Los pobladores quieren retomar sus actividades, pero el panorama no es alentador: El COE cantonal contabilizó 9 muertos tras el colapso de “cinco edificios emblemáticos, el del Municipio, el de la telefonía (CNT), el de la empresa eléctrica (CNEL), el del reloj público y el del mercado municipal”.

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Además, el sismo produjo el derrumbe de “tres edificios privados, el de la familia Mena, el de la familia Navarrete y el de la familia Pulley”, es decir, al menos 8 edificios que aportaban al desarrollo de esta población.

La afectación fue mayor en las inmediaciones del parque central de Calceta, esto contrastó ayer con el ánimo de voluntarios que llegaron con dos contenedores llenos de víveres.

Oswaldina Vera, de 64 años, entre sollozos dijo que “fue a escuchar la santa misa”, pero que aún no iniciaba. Relató: “De pronto empezó a moverse de abajo hacia arriba, empezó a caer todo. Era el mismo juicio final. Yo me acosté y me puse en cruz, sentí como que se hacía hueco el piso”. Dijo que se había resignado a morir, pero que no le “cayó ni una piedrita”.

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Una penumbra se fundió con el ambiente, la energía eléctrica se cortó, describió la mujer. Al día siguiente fue visible la destrucción: la iglesia central de la cabecera cantonal amaneció con un daño serio.

Las réplicas son constantes y mantienen tensos a los habitantes. Ayer por la tarde, maquinaria derrocaba los escombros de varias de las 100 casas que quedaron en ruinas. Otras 96 iban a ser inspeccionadas para determinar si se las podía rescatar o tenían que ser demolidas.

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Italia García, dueña del hostal Galicia, contó con asombro que durante el temblor se bloqueó y un huésped, de Ambato, la ayudó a bajar del inmueble de tres plantas. “Fue un milagro porque las casas de atrás se cayeron y los edificios emblemáticos también. Cuando amaneció le di gracias a Dios”. Uno de estos edificios es el del reloj público. Un bien patrimonial con más de 100 años.

En Calceta, de a poco, empleados públicos trabajan para normalizar el servicio de energía eléctrica y agua potable. Solo ciertos sectores tienen estos suministros. No hay atención en instituciones bancarias, lo que dificulta la vida diaria.

“Estamos viendo cuántos kits se entregan por casa porque hay niños y adultos mayores”, indicó el coordinador del COE de Bolívar.

No obstante, hay lugares como El Bejuco, La Encantada, Pueblo Nuevo, entre otros, pertenecientes a Portoviejo, pero colindantes con Calceta, donde recibieron agua con tanqueros, estos eran custodiados por dos miembros del Ejército.

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Uno de los militares dijo que brindan protección ante la posibilidad de que asalten este transporte de agua. Los pobladores pidieron constantes patrullajes, sobre todo en la noche, ya que temen por la presencia de personas extrañas que han “tratado de robar sus pertenencias”.(I)