Vecinos de Lizardo García ven con nostalgia la última romería de Cristo del Consuelo

Procesión del Cristo del Consuelo. Una marea de católicos sigue fervorosa la imagen de Jesucristo crucificado. Canta, reza, reflexiona, evoca sobre la pasión de Jesús en un acto de amor por la humanidad. Copa la calle Lizardo García. Los 21 metros de ancho resultan insuficientes.La feligresía se sofoca. A algunos creyentes les sobrevienen desmayos. Los socorristas buscan atenderlos. Los bomberos lanzan agua a la multitud, a cada rato.Por 28 años, Marcos Alcívar caminó junto a la imagen, formando la barrera humana a cargo de los grupos pastorales. Allí, frenaba la arremetida de católicos afanados por tocar al Cristo del Consuelo. Tiene 72 años y hace 11 dejó esa labor.Conoció a los fallecidos párrocos Ángel María Canals y Gerardo Villegas. El primero promovió la procesión, el segundo aportó para que se convierta en la más numerosa de la ciudad, asegura.Hoy, la procesión del Cristo del Consuelo, que sale de Lizardo García y la A, convoca a 800.000 católicos, según el actual párroco, Ángel Villamizar.Y el viernes próximo cumplirá 59 años de tradición. Será la última vez que avance por la calle Lizardo García. A partir del 2017, la caminata se dirigirá a la cooperativa Cisne 2, donde el Municipio erige un monumento al Cristo del Consuelo. La feligresía pasará por el puente de la A, las calles Balsas, la Ch (Buena Fe), entre otras.Alcívar, quien vive a una cuadra del santuario, ve positivo el cambio porque habrá más espacio y avizora que “menos desmayados”.Estela Quiñónez, dueña de un comedor habilitado en la planta baja de su casa, a cinco manzanas del santuario, afirma que si el Cristo se va a otro sector, pues hacia allá irá con su negocio y con las 5.000 fundas de agua que suele regalar a los sofocados penitentes.A Dios ella agradece por haber salvado a su esposo cuando una bala casi termina con su vida, hace unos 20 años, recuerda la mujer.La procesión hace que recuerde aquellos duros momentos, pero también que se congratule agradeciendo a Dios a través de la advocación del Cristo del Consuelo.Otros vecinos de la calle Lizardo García ceden sus balcones a los organizadores de la caminata para ubicar allí altoparlantes, que permiten escuchar la narración del sufrido camino de Jesús hacia el calvario, un ritual que recuerdan cada año con devoción los católicos.Romelia Guillén, de 83 años, recuerda que cuando llegó a Guayaquil de su natal Chunchi, Chimborazo, hace 50 años, los caminantes se valían de puentecitos de madera para llegar a la capilla donde se recibía al Cristo del Consuelo.“Esta es la semana para reflexionar en lo que hizo Jesús por nosotros, de su amor; todos los años lo vengo a ver acá”, señala la mujer, vecina de la iglesia Espirítu Santo, donde termina la romería del suburbio de Guayaquil.Allí reposa la imagen la noche del viernes. El párroco Luis Felipe Useche cree que por el gran cariño que la feligresía siente por el Cristo del Consuelo, la mayoría lo seguirá hacia su nuevo destino, el gigante monumento en la cooperativa Cisne 2, que estará listo en octubre próximo.No descarta organizar una romería por el perímetro de la iglesia, si la feligresía expone esa necesidad.El arzobispo de Guayaquil, Luis Cabrera, siente como un desafío participar por primera vez en esta manifestación de fe masiva que solo había visto por imágenes.“Es para mí de mucha alegría y un desafío participar de la procesión”, dice el arzobispo.Para esta última edición con el recorrido tradicional, 900 voluntarios de la parroquia del Cristo del Consuelo estarán brindando ayuda durante la caminata. (I)

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