Recuerda que hace seis años, a los pocos meses de haber llegado desde Italia a Guayaquil, su primera Navidad la pasó en la cárcel de mujeres. Ahí ayudó a las reclusas y a sus hijos a preparar la fiesta. Pero también recuerda cada historia que esas mujeres privadas de la libertad le contaron y que ella palpó a través de sus hijos, los pequeños que se ven obligados a estar encerrados con sus madres.

Fue la Fundación Semilla de amor la que le propuso a la italiana Beatrice Moccia, terapista especializada en neuro y psicomotricidad, trabajar con los niños de las reclusas, sobre todo, los bebés, que por su condición, tenían problemas de falta de estímulos. “Fue una experiencia que me formó como profesional y como persona, una experiencia buena, pero fuerte. Recuerdo que no hablaba aún bien el español, que tenía que coger tres buses para llegar allá, pero los niños y sus madres te dan mucho cariño”.

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Beatrice, de 29 años y originaria de Arona, cerca de Milán, es especialista graduada en la Universidad de Milán, en terapias para niños con problemas neurológicos, neuropsiquiátricos, con parálisis cerebral, con autismo y con síndromes como Down, Asperger, entre otros.

“Mi terapia es una terapia integral, trabajo con la parte física, con la motricidad fina y gruesa, con la parte sensorial, con la cognitiva, es una terapia intensiva, trabajo también con los padres y se deriva también cuando hay que derivar”, explica Beatrice.

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Cuando recién llegó comenzó de voluntaria en el hospital de niños Roberto Gilbert Elizalde, en el área de cunero, con los recién nacidos, en terapia intensiva neonatal, con los bebés que se sabe ya vienen con problemas y con otros que presentan problemas en el momento del parto, como dice Beatrice: “Puede ocurrir por un descuido, que deja de pasar oxígeno al cerebro del niño, por cuestión de segundo, pero eso ya provocó un daño cerebral”. Luego pasó, también de voluntaria, al Innfa, donde trabajó con los niños que iban a rehabilitación física y ocupacional.

Luego de ese trabajo de voluntariado, Beatrice, de pelo oscuro, tez blanca y ojos claros, fue contratada por el hospital Clínica Alcívar para el área de rehabilitación pediátrica con los recién nacidos y en programas especiales con los padres y futuros padres para prevenir riesgos prenatales, natales y posnatales. Así también ofrece terapias particulares. Actualmente lo hace desde el centro Tú puedes volar, que existe en varios países y que en nuestra ciudad funciona en Los Ceibos, y que trabaja con un grupo de terapistas en diversas especialidades.

Beatrice, que llegó al Ecuador animada por Marina Salvarezza, quien es amiga de su familia, asegura que se hace muy poco trabajo de prevención. “No se están monitoreando los partos y se pueden hacer muchas cosas antes de llegar al parto, se pueden presentar muchos problemas en el nacimiento, en los primeros segundos de vida que podrían ser evitados. Hay que hacer un trabajo fuerte de prevención en las fases de embarazo, parto y los primeros meses del niño”, dice.

Beatrice cuenta que a los tres meses se puede hacer un screening al bebé para ver si todo marcha normal o hay algún problema neurológico o de otro tipo, pero muchos padres no lo saben. “De hecho hay pediatras como Iván Verduga, Joel Pinto, entre otros, que me mandan a los niños para una revisión, ahí se examina si el niño sigue los objetos con la mirada y su motricidad, si es muy rígido su tono muscular, si se mueve mucho, si no se mueve, entre otras cosas”, explica la terapista italiana, que dice estar dispuesta, si la situación lo amerita incluso a hacerlo gratis.

“Los primeros años de vida son cuando el niño tiene más cambios, y mientras antes se intervenga es mejor”, puntualiza Beatrice, que dice que el de terapista es un trabajo que puede resultar frustrante si los progresos son muy lentos, pero sobre todo de grandes satisfacciones cuando hay logros, aunque sea pequeños, y pone el ejemplo de una bebé de cinco meses, con trastornos neurológicos que hace poco logró atraer hacia ella un juguete. “Fue muy emocionante la mamá y yo lloramos de alegría”, cuenta ella que dice que le encantaría trabajar en el área social a nivel municipal o gubernamental, “pero no tengo los contactos”, añade con pena.

“Este es un trabajo difícil para el que primero hay que trabajar en uno mismo, a tener la capacidad de poder separarte del caso y no llevártelo a tu casa y sobre todo a tener paciencia”, puntualiza Beatrice, quien desea independizarse, pero seguir trabajando en la zona norte de la ciudad y en Samborondón. Beatrice va cada año a Italia a visitar a sus padres, pero ya hizo su vida en Guayaquil. “Me gusta todo aquí, además aquí están los amigos y el amor”. Puede escribirle a: Beatrice.moccia@hotmail.it (I)