Lorenzo de Garaycoa, el coronel que da nombre a la calle Santa Elena

La historia de la Perla del Pacífico se ha forjado en sus calles, donde el palpitar del comercio se siente y los habitantes crean sus leyendas. La calle Santa Elena, conocida así desde 1887, cambió su nombre según Ordenanza Municipal del 26 de agosto de 1918. De acuerdo a la obra 'Nomenclatura de las calles de Guayaquil, diccionario analítico de Florencio Compte Andrade', se la bautiza como Lorenzo de Garaycoa en homenaje al patriota quiteño que destacó en las luchas por la Independencia del país, designación que se ratifica el 3 de octubre de 1996.Esta vía, de aproximadamente 3.6 kilómetros de longitud, empieza al norte en la calle Julián Coronel y corre hacia el sur entre Rumichaca y Pedro Moncayo, continúa paralela hasta General Gómez y flanquea al oeste con Seis de Marzo y al este con Noguchi hasta terminar con El Oro, al sur de la ciudad.Según Melvin Hoyos, director de Cultura del Municipio, las denominaciones de las calles, plazas y monumentos se dieron luego de solicitudes que recibía las comisiones conformadas para esta labor para rendirle tributo a un personaje importante.En una de las casas, donde nace Lorenzo de Garaycoa, se divisa la placa con el nombre de esta arteria urbana. Aquí desemboca el paso peatonal de la puerta 3 del Cementerio Patrimonial. Su barrio, con mayoría de casas de construcción mixta, aún conserva parte de sus primeros habitantes, entre ellos Jorge Coca Benítez, de 32 años, la tercera generación de su familia en el sector.“De niños jugábamos en la calle porque antes no había la desviación que sale de Julián Coronel, porque se iban de largo y se podía jugar índor los fines de semana, jugábamos al trompo, al pepo, en las veredas”, cuenta Coca.El cementerio, relata, fue el sitio de exploración y travesuras en los tiempos de adolescencia de los muchachos del barrio. A lo alto del cerro, dice Coca, trepaban para coger los mangos y grosellas de los árboles. “Alguna vez vimos muchas cosas, un hombre ahorcado, que tuvimos que salir disparados (...) así pasábamos historias porque íbamos de noche a jugar, no teníamos miedo, brincábamos las rejas que eran más bajas y jugábamos a las escondidas”, recuerda Coca, quien junto a sus amigos tuvo que esconderse, una vez, dentro de los nichos para no ser encontrados por los guardias.Cada cuadra revela una anécdota, sostiene Carlos Chávez Campodónico, morador del sector de Lorenzo de Garaycoa y Piedrahíta, desde hace 52 de sus 63 años. Entonces el Parque de la Madre, ubicado en la intersección con Alejo Lascano, era renombrado también porque se creía que los 'pillos' se reunían en él.En la esquina donde ahora funciona el hotel Extancia, explica Chávez, existía una casa con departamentos que se conocía como La lojana, apelativo que ganó por la ciudad de origen de su propietaria. “Era una casa grande de tres pisos, ahí abajo nos reuníamos con los muchachos, conversábamos, jugábamos naipe, y nos tomábamos nuestros tragos, tocábamos guitarra”, comenta.Con dirección al centro, el movimiento vehicular también se intensifica. Líneas como la 28, 64, 44, 63, 92, 82 circulan en el cruce con Manuel Galecio mientras en las siguientes cuadras aumentan los locales de venta de utensilios de cocina industrial, importadoras de repuestos, hoteles, agencias bancarias y parqueos particulares.Hernán Asanza trasladó su panificadora Ecuapan, en la confluencia con Víctor Manuel Rendón. Aunque el negocio tiene 9 años en la ciudad, hace tres meses se instaló en el sector. Las ventas, dice, son buenas por la cercanía que tiene con varias empresas y por estar ubicado cerca de establecimientos comerciales. “Los vecinos, los oficinistas, todos vienen y compran es un sector bueno, casi todos los días son buenos incluso en los feriados siempre está lleno el centro”, afirma Asanza.Los comercios varían según la zona. Desde el bulevard 9 de Octubre los espacios de venta de comida compiten por espacio en las calle con importadoras de artículos varios, uniformes, telas, zapatos, papelerías, imprentas agencias bancarias y hoteles como El Sol de Oro. Samuel Constante, trabajador de este hotel que tiene alrededor de 15 años, asegura que el sector tiene mucha importancia comercial debido al Mercado Central, un centro de abastos municipal con 301 puestos y que fue construido entre 1922 y 1923 por el arquitecto italiano Luigi Fratta y el ingeniero Óscar Battaglia.Uno de los habitantes-dueños de negocios más antiguos son los propietarios de la Pastelería Bravo, situada entre Sucre y Colón. Francisco Bravo Llorenti recuerda que esta parte de la ciudad era conocida como La lagartera, por la masiva presencia de músicos independientes, que aún están presentes pero en menor cantidad.“Antes habían más puestos de comida en esta calle, por los días festivos era muy concurrido el barrio, en la cuadra que colinda con Alcedo se hacían las festejos por las fiestas”, menciona Walter Valverde, de la Represa de los Licores, negocio con 25 años.Ingresando al sur, en los cruces con Pedro Pablo Gómez, Ayacucho, Franco Dávila, Manabí, Febres Cordero, Letamendi, San Martín, Argentina el barrio toma un giro más residencial. Los establecimientos comerciales se enfocan en tiendas de abarrotes, talleres de impresión o gigantografías, el espacio público sirve de vitrina para la venta de vehículos usados y a esta altura no transitan buses urbanos.“Me vine por esta zona porque más al centro ya había mucha competencia, había mucho de lo mismo y acá el barrio no tiene muchos negocios, la oferta se centra en comida típica”, menciona Carlos Lira, propietarios de la picantería El Son de la Sazón, que atiende desde las 07:30 hasta la noche. “La inseguridad ha hecho que cierren algunos negocios, como ya no pasan buses por aquí, es un poco botado el sector hace falta más seguridad”, añade.Las villas en alquiler o en venta y los colegios y academias de idiomas cierran las 46 cuadras de esta extensa arteria que culmina en El Oro y Dolores Sucre, frente al barrio Centenario. Parque Centenario El 9 de Octubre de 1920 se inauguró la Plaza Centenario, que se construyó sobre un terreno expropiado sin ninguna edificación, en el que según Melvin Hoyos, director de Cultura del Municipio de la ciudad, existía un charco de lodo. Su entrada principal, en la avenida 9 de Octubre y Lorenzo de Garaycoa, tiene dos efigies en las que se aprecian a dos hombres desnudos junto a caballos. Esta representación, explica Hoyos, simbolizan al pueblo que se adueña de su destino y se vuelve independiente y que se refleja en la figura central de esta superficie de 8.875 metros cuadrados: La columna de los próceres elaborada por Agustín Querol y que se inauguró dos años antes que la plaza, cuyos diseños fueron terminados por el artista José Monserratte. Detalles Otros edificios o negocios con historia en esta calle son:Boticas Barcia, el antiguo edificio donde funcionaban los almacees Briz Sánchez, la escuela República de Chile, el centro de Atención Ambulatoria IESS, Fundación Nahím Isaías, Colegio de Médicos del Guayas, Clínica Santa María, Unidad Educativa Margarita Bosco, Coop. 29 de Octubre, Academia Benedict.

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