Urdesa, la ciudadela más representativa del norte de Guayaquil conmemora el 60º aniversario de su creación.

“El 4 mayo de 1955 se publicó en EL UNIVERSO el primer vuelo de reconocimiento sobre los terrenos donde se construiría Urdesa, por eso celebramos en mayo”, informó Martha Béjar de Múgica, presidenta de Acción Cívica Cultural de Urdesa (Accur).

Ese año la Urbanizadora del Salado S.A. (Urdesa), integrada por Ernesto Estrada, Julio Vinueza y Jacobo Ratinoff, compró tres millones de metros cuadrados de la hacienda Mapasingue a la Junta de Beneficencia de Guayaquil, por 15 millones de sucres.

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En un extracto de las memorias de Leonor Estrada de Vinueza que se publicarán de manera privada, esta señala que su hermano, Ernesto, fanático de la aviación, observó un día desde el aire una parte de los extensos terrenos de manglar de la hacienda Mapasingue y decidió crear allí una ciudadela.

Agrega que su esposo, Julio Vinueza, “quería que fuera una ciudadela donde hubiera de todo y que la gente no tuviera que salir al centro para hacer compras o estudiar”.

Cecilia Estrada, sobrina de Leonor  y editora del libro, señala que el éxito de Urdesa se debió a que fue la primera urbanización integral con terrenos asequibles para personas con diferentes ingresos y para facilitar la ubicación se las nombró con distintas clases de árboles en orden alfabético como Acacias, Bálsamos, Cedros, etc., los cuales, aunque en los 90 fueron cambiados, en la práctica aún se las conoce por su denominación original.

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Para el sociólogo Gaitán Villavicencio, la creación de Urdesa se enmarca en una época de auge del país, con el primer boom bananero, que tuvo como eje articulador a Guayaquil, y forma parte de las grandes obras de la década del 50 en Guayaquil, junto al aeropuerto, el estadio Modelo, Puerto Nuevo y el puente de la Unidad Nacional.

Urdesa significó el inicio de la inversión privada para la construcción de urbanizaciones para una creciente clase media. Resalta que es una microciudad, un laboratorio que explica el crecimiento de Guayaquil en el último medio siglo.

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Para Béjar, “fue un desahogo para la clase media que vivía en el centro, que arrendaban departamentos que no tenían jardines”.

“Era un modelo diferente, un barrio residencial, una pequeña ciudad satélite independiente en servicios pero abierta y vinculada a la ciudad. Se enmarca en el estilo internacional de la arquitectura moderna”, dice Florencio Compte, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, quien con su hermana, María Fernanda, también arquitecta, nacieron en Urdesa central, en Acacias y Laureles, y vivieron en Urdesa norte.

Además tiene características de barrio por la convivencia y de ciudad jardín por el estero Salado, detalla Yelitza Naranjo, docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, quien destaca el aporte de los arquitectos Alamiro González, Héctor Martínez, Pablo Graf, René Bravo y Juan Péndola.

“Los urdesinos estábamos siempre en las calles, en las veredas de las casas que no tenían rejas sino césped. Jugábamos en el parque hasta las 23:00, mientras los padres estaban sentados en el porche jugando 40”, recuerda Béjar.

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Resalta el entorno natural en el que vivían: “Por las escaleras que están en Guayacanes y la 5ª íbamos a hacer picnic al cerro y a comer ciruelas. En 1958 nos bañábamos en el estero represado y limpio”.

“Cuando mis padres compraron la casa, mi abuelita, que vivía en Tungurahua y 10 de Agosto, lloraba porque sus hijos se iban lejos,” dice María Fernanda Compte, quien recuerda que las líneas de buses 12 y 13 iban a Urdesa y que uno de los choferes, don Víctor, era famoso pues conocía a todo el barrio y los llevaba a casa.

Recuerda que el cine del barrio era el Maya y que la cafetería La Curva, era el punto de farándula de la época. Entre otros sitios tradicionales que resalta son las discotecas Papagayo, Epicentro e Infinity. Chapus Beer, El Manantial, pizzería Menoni, granizados Kramel, academia Bénedic, la desaparecida escuela de natación Ferretti y la Urdesa Barber Shop, los colegios Alemán Humboldt, Espíritu Santo y Santo Domingo de Guzmán.

Pero además, “desde 1979 y aunque está fuera de Urdesa, el Policentro fue el centro comercial del sector”, señala Daniel Adum Gilbert, artista de 37 años que creció en Ilanes y la Primera, luego se mudó a Lomas. Es autor del libro Urdesa, donde publica fotos de casas del

sector, varias desaparecidas tras el boom comercial urdesino, que según Villavicencio, se debió a la declinación del uso residencial en los años 80 por el cambio de uso del suelo que la hizo una zona comercial. Además aparecieron otras urbanizaciones en Samborondón.

“Si tengo la mente mercantil, sé que mis padres compraron a 20, vendo a 180 y me voy ganando dinero porque primó el interés comercial sobre los sacrificios que ellos hicieron”, critica Béjar.

Para María Fernanda Compte, la inseguridad fue otro factor que motivó a la gente a salir de Urdesa, inicialmente los de la Víctor Emilio Estrada, donde empezaron a poner bares y restaurantes. Quienes compraron alteraban la fachada de las casas y cambiaban su uso.

Otra razón para el cambio de Urdesa fue la contaminación del estero porque en las noches el olor era fétido e insoportable. “Ellos emigraron del centro hacia la periferia buscando la naturaleza pero acabaron degradándola. Además, junto a Urdesa se desarrolló el parque industrial más grande del país, cuyos desechos iban al estero”, resalta Villavicencio. “Fue la misma Urdesa la que empezó el deterioro. No se planificó el problema de las aguas servidas y no se construyeron lagunas de oxidación,” coincide Adum.

En este aspecto, Béjar resalta el papel de Acción Cívica y Cultural de Urdesa (Accur), creada en 1973 para enfrentar y solucionar el colapso de la infraestructura de la ciudadela por el aumento indiscriminado de la población y a cuya labor se debe la recanalización y repavimentación de Urdesa, la cual, sin embargo, aún sigue inconclusa.

Accur también se ha preocupado de la seguridad e impulsa la creación de un parque aledaño al bosque protector de Lomas de Urdesa.

Pero ¿cómo es la Urdesa del futuro? “Yo veo a Urdesa como un motor de la cultura y el arte contemporáneo con espacios de música, arte y cultura en sectores cerrados al tráfico, peatonales, donde la gente vuelva a pasear, andar en bicicleta y tomar su café o cerveza con los amigos; con parques abiertos e integrados, sin rejas y con movilización a través del estero Salado, señala Daniel Adum, quien resalta que Urdesa es “una gran obra de arte en la que se puede vivir, una especie de museo que mezcla lo natural con el cemento, el nuevo downtown de Guayaquil, un barrio vintage, artístico, bohemio y comercial”.

Pero aunque esté integrada a la ciudad y siga cambiando su uso de suelo, no desaparecerá, pues “Urdesa siempre será Urdesa”, concluye Compte. (I)

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Clases de propiedades se vendieron en Urdesa: Las villas modelo y los terrenos para construir a gusto del comprador.

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Sectores formaban Urdesa: clase media (villas hasta 400 m2), media alta (terrenos hasta 800 m2) y clase alta (solares hasta 1.000 y 2.000 m2).