Los cuestionamientos hacia el apoyo que recibieron las marchas del 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, provienen de ambos bandos.

Desde la orilla oficialista se critica la presencia de ciertas personas en la movilización convocada por el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), y desde la no afín al régimen se alega que algunos empleados fueron obligados a salir a las calles por ser del sector público.

El presidente Rafael Correa afirmó en el enlace que la marcha del FUT fue en realidad una “fanesca política vergonzosa”, porque estuvieron personajes que van “desde los tirapiedras hasta la derecha bancaria, pasando por los oportunistas, los eternos politiqueros”.

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Nombró al empresario Blasco Peñaherrera, a los políticos Fernando Balda (Sociedad Patriótica), Natasha Rojas (Unidad Popular) y Diego Salgado (CREO); a los policías retirados Manuel Silva (exjefe de una agencia financiada por Estados Unidos) y César Carrión (procesado por la revuelta de septiembre del 2010), entre otros.

“¿Qué tienen que ver (ellos) con los trabajadores?”, se preguntó Correa, al tiempo de enfatizar que los verdaderos representantes estuvieron en la marcha del régimen.

Peñaherrera lo interpretó como una forma de “descalificar” a todos los que piensan distinto a él. “La fanesca es un plato típico delicioso, una unidad de varios productos del país”, agregó en alusión al término empleado por Correa.

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La movilización fue convocada por el FUT y apoyada por gremios como la Ecuarunari, cuyo presidente, Carlos Pérez Guartambel, comentó que la jornada de este año se diferenció de otras, pues no solo hubo “sectores organizados” sino ciudadanos en general.

En contraste, denunció que en la otra manifestación hubo gente “obligada” a ir. Dijo conocer de casos de empleados públicos de Cuenca y Quito que habrían asistido para “no perder sus puestos”.

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Pérez Guartambel opinó que las críticas del jefe de Estado reflejan su ‘desesperación’, porque sabe que el apoyo que dice tener “es un espejismo”.

La vicepresidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Liliana Durán, precisó tres puntos.

Primero, que la marcha no fue convocada por el régimen sino por su sindicato, que a su vez invitó al oficialismo en un almuerzo que hubo en Carondelet el pasado 20 de abril.

Segundo, que quienes salieron a las calles lo hicieron por “voluntad y compromiso”.

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Y tercero, que “en las dos marchas se han dado adhesiones”. Durán llamó así a los funcionarios de Gobierno que atendieron al llamado de la CUT, pero se abstuvo de identificar a los asistentes de la otra movilización que encajarían en esta descripción.

En la jornada del 1 de mayo participaron autoridades de todo nivel. Correa, que ostenta la máxima jerarquía en la nación, encabezó la marcha de la CUT en Quito. Lo acompañaron el vicepresidente Jorge Glas, varios ministros y asambleístas de Alianza PAIS (AP).

Otros legisladores de AP caminaron en sus ciudades natales, como Marcela Aguiñaga, vicepresidenta del Parlamento. Ella desfiló en Guayaquil con el gobernador provincial, Rolando Panchana, el prefecto Jimmy Jairala y varios militantes.

El mandatario dijo que 60 mil apoyaron al régimen y 10 mil aglutinó la otra marcha. Ayer, el nuevo presidente de turno del FUT, Pablo Serrano, indicó que en todo el país los sindicatos y grupos sociales movilizaron a 300 mil personas de manera voluntaria y en Quito calculó a unas 100 mil. (I)

Nosotros también tenemos ricos, pobres, del campo, de la ciudad, negros, blancos, cholos, mestizos, montubios, indios; pero unidos por un ideal: la revolución ciudadana”.Rafael Correa, primer mandatario