El graznido de un pato, que anda libremente, es el único sonido que se escucha al ingresar a la comuna Solfos. Pese a encontrarse a 500 metros de la autopista Narcisa de Jesús y junto a la urbanización La Perla, el ruido de los vehículos no perturba a los cerca de 200 miembros, en su mayoría, de la familia Pinela que residen en estos predios desde 1826.