La economía brasileña se enfrenta a una fuerte desaceleración y a una inflación en alza tras cuatro años de gobierno de Dilma Rousseff, que defiende el protagonismo del Estado, mientras que su rival en las elecciones presidenciales, Aécio Neves, prefiere una política económica más liberal.

La cuestión económica ha tomado un papel protagonista en los últimos debates de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil el próximo domingo, y ambos candidatos, quienes según los últimos sondeos se encuentran técnicamente empatados, han ventilado claramente sus diferencias en torno al tema.

A lo largo de la campaña, la presidenta y aspirante a la reelección defendió el papel ‘regulador’ y ‘bombero’ del Estado; celebró el rol de la banca pública, que durante su gestión ha socorrido con créditos preferenciales a los sectores de la industria en problemas, y respaldó subsidiar a los más pobres.

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Neves, por su parte, prometió una ‘racionalización’ de la función de los bancos públicos; una reducción del tamaño del Estado y una alteración en el Mercosur que permita modificar las normas que le impiden a sus socios negociar acuerdos comerciales en forma individual.

La apuesta del aspirante socialdemócrata por disminuir el intervencionismo del Estado lo ha llevado a convertirse en el favorito de los mercados financieros, que han castigado con fuertes pérdidas cualquier señal de recuperación de Rousseff en las encuestas.