La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, celebró los logros del gobierno de Cardoso en el 2011, enviándole una carta por su cumpleaños número 80 en la que alababa sus “ideales” democráticos y dijo que el presidente “contribuyó decisivamente a la (...) estabilidad económica”. Sin embargo, sostener el plan antiinflación implicó dolorosos recortes del gasto y la privatización de algunas empresas estatales que operaban con pérdidas.

El crecimiento económico bajo la administración de Cardoso promedió un 2 % –menos de la mitad del ritmo anual que su sucesor, Luiz Inacio Lula da Silva– pero levemente mejor que en los años de Rousseff.

La mandataria ha aflojado significativamente el rigor fiscal que prevaleció tanto durante el gobierno de Cardoso como el de Lula, argumentando que sin las últimas bajas de impuestos y el mayor gasto público la economía habría sufrido más por la crisis financiera global. Sus políticas han ayudado a mantener el desempleo cerca de mínimos históricos, 5 %.

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Rousseff ha advertido que Neves podría prever un “apretón” del presupuesto que deprimiría a la economía, como ocurrió en el gobierno de Cardoso. Actualmente, la inflación esté en el techo de la meta oficial de 6,5 % y hay recesión.