El muelle del Mercado Caraguay está tan agitado como de costumbre, un martes a las 10:30, pero esta vez el marisco no acapara toda la atención.

Desde las lanchas hacia el Mercado, en el sur de Guayaquil, suben personas con las manos vacías. Al poco tiempo, desde el Mercado hacia las lanchas que esperan contoneándose, regresan abrazando o levantado sobre sus hombros sacos de arroz, de azúcar, galones de aceite, racimos de verde y muchas bebidas.

Cargan tanques de gas, hielo, electrodomésticos; y los estibadores se apresuran para levantar, al mismo tiempo, cuatro jabas con cervezas vacías, cuyo líquido sirvió de "combustible" para una fiesta insular. En media hora descargaron 100 jabas provenientes de la isla Puerto Roma, que se consumieron en tres días de fiesta, dicen.

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Pero la labor de los fuertes cargadores no termina. Deben regresar 'pescuezudas' llenas a las lanchas. Embarcaron unas 30 jabas con rumbo a Puná y varias decenas más para repartirse entre las 14 islas que flotan en el Golfo de Guayaquil: Santay, La Esperanza, Santa Ana, La Caja, La Seca, Bellavista, Quiñones, Escalante, Verde, Manglecitos, Matorrilos, Mondragón, Ingleses y Puná, entre otros islotes que también están poblados y aparecen como pequeños montículos de tierra rodeados por los 230 kilómetros de superficie de la entrada de agua más grande del océano Pacífico en Sudamérica.

Las desventajas de los insulares empodera a los comerciantes

El estudio 'Cadena del valor del cangrejo rojo del Golfo de Guayaquil', que realizó la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) en el año 2012, resalta que los insulares no tienen acceso a bienes de consumo, y los comerciantes se convierten en proveedores de estos bienes, muchas veces a cambio de los frutos del manglar y esta situación afianza su poder.

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En el Golfo de Guayaquil existen al menos 2.215 cangrejeros, agrupados aproximadamente en 41 asociaciones y cooperativas relacionadas a la actividad, todas domiciliadas en la provincia de Guayas, según el informe del organismo internacional.

La venta de cangrejo rojo y de mariscos en general es una de las principales fuentes de ingreso para estas poblaciones. USAID estimó en el 2012 que en un contexto provincial y nacional, la pesca artesanal es una de las principales industrias económicas de Guayas, aportando con el 5% de la producción total del Producto Interno Bruto provincial.

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En Ecuador se realizan dos vedas al año, de un mes cada una, donde se prohíbe la extracción del crustáceo estrella del Golfo de Guayaquil. Meses que la mayoría de los habitantes de las islas respetan y consideran necesarios para garantizar la sostenibilidad del producto, pero son días que se les vuelven largos porque pierden una de sus mayores fuentes de ingreso económico.

Los habitantes de las islas del Golfo de Guayaquil deben transportar el agua para consumir y comprar el agua dulce a 'tanqueros', pues en su mayoría no disponen de agua potable. Muchos otros tampoco cuentan con alcantarillado y la electricidad es otro servicio al que acceden con irregularidad.

María Mero, habitante de Puerto Roma, llegó al Mercado Caraguay para abastecerse durante el mes de veda de cangrejo rojo. Compró, junto con su esposo, un quintal de arroz por $ 40, 15 litros de aceite por $ 30, 24 botellas de agua por $ 3, carne, pollo, entre otros productos que suman $ 200. Cada semana regresan a comprar vegetales, gastando entre $ 20 y $ 30, para alimentar una familia de cuatro miembros. A sus dos hijos nunca los trae, es muy peligroso, dice.

El viaje en lancha cuesta 2 dólares. En el mes de veda del cangrejo rojo deben limitar sus gastos, comenta, pero también aprovechan que hay más lanchas disponibles para llevar víveres e incluso electrodomésticos grandes, como refrigeradoras y lavadoras.

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Mapa de los puntos de extracción de cangrejo rojo, camarón, concha, mejillón y peces. Fuente: Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca.

En el puesto 609 del Mercado Caraguay, Stalin Pinargote vende al por mayor queso, pan, gaseosas, discos de empanadas a tenderos de Puná, Mondragón, Las Cruces, entre otros poblados del Golfo. Detalla que este mes le suelen pedir crédito, hasta que termine la veda de cangrejo, y comenta que las ventas bajan en general.

Los habitantes insulares demandan servicios básicos y mejores condiciones para comercializar su producto. Según el informe de la USAID, la mayoría carece de medios de transporte para comercializar su producto y, de tenerlo, corren el riesgo de ser asaltados en el trayecto; además, las embarcaciones pesqueras artesanales deben pagar por el uso del muelle.

La mayoría de usuarios del manglar, como se los llama a los pescadores, cangrejeros, recolectores de conchas, entre otros oficios vinculados a este ecosistema, dependen de un sólo mercado para comercializar, la Caraguay. Situación que los coloca en desventaja, pues los intermediarios llegan a los lugares de captura y son quienes determinan el precio y la cantidad de compra para luego vender a los mayoristas en el mercado. "La falta de diversificación de compradores ha generado una suerte de monopolio", señala el documento.

Las necesidades abundan. En Cerrito de los Morreños, por ejemplo, no existe un sistema de recolección de basura y dependen de que alguna lancha particular saque la basura, como un favor. Conscientes de que acumular la basura en el manglar es perjudicial para este delicado ecosistema, los habitantes intentan enviar las fundas de desechos en las lanchas, poco a poco, pero aún así se está acumulando basura en un sector de manglar.

Los vendedores van a las islas

"Edredones, Edredones, Edredones... Vasos, vasitos, vasos... Licuadora, tostadora, batidora...", gritan los esposo Luis Delgado y Jéssica Quintana en distintas islas del Golfo. Ellos son padres de tres hijos y llevan 20 años vendiendo en pueblos e islas. Este martes están en busca de alguna lancha que los lleve a cualquier isla, de la que puedan ir y volver en el mismo día.

Jéssica Quintana vende edredones, utensilios de cocina y electrodomésticos en las islas del Golfo de Guayaquil. Foto: Juana Von Buchwald.

Detallan que venden al contado, porque sería muy difícil volver a cobrar en cuotas. Por cada edredón piden $ 30 y tras el regateo terminan aceptando hasta $ 25. Jéssica detalla que lo que más venden son los productos pequeños y que muchas veces les hacen pedidos específicos, de ollas a presión y otros utensilios.

También hay vendedores que no se embarcan, sino que ofrecen sus productos a los compradores y vendedores. Roberto Ortiz vende pasta, papel higiénico y jabón en el muelle del mercado. "Aquí puedo vender con más tranquilidad, sin el miedo a que me quiten el producto, como en el centro (de Guayaquil)", comenta.

En Naranjal, la mecánica es diferente. Pese a que la isla Puná se encuentra a unos 35 minutos en lancha, mucho más cerca que el Mercado Caraguay, los isleños no llegan porque no hay un muelle; entonces, en época de cosecha, son los hacendados quienes embarcan sus cosechas de frutas y legumbres para vender en poblados del Golfo. Generalmente venden todo muy rápido, coinciden habitantes de la cooperativa 6 de Julio, parroquia Santa Rosa.

Trabajadores ancestrales que piden servicios modernos

La extracción de cangrejo rojo en el Golfo de Guayaquil, la pesca y otras actividades vinculadas al manglar y al río Guayas, mantienen un alto valor cultural, con prácticas y conocimientos ancestrales heredados y perfeccionados generación tras generación, reconocen distintos estudios y organizaciones nacionales e internacionales; sin embargo, las comunidades aún demandan servicios básicos.

Las malas condiciones de la carretera en la cooperativa 6 de Julio (Santa Rosa, Naranjal), dificulta la salida del producto recolectado por la Asociación de Cangrejeros 6 de Julio, que agrupa también a pescadores y recolectores de moluscos.

Por ejemplo, según el Censo Nacional de Población y Vivienda 2010, se estima que el 84 % de familias de Balao, Naranjal, Puná, Santa Rosa de Flandes y Taura (famosas por la producción de cangrejo rojo) viven en condiciones de pobreza, es decir, padecen al menos de una de las necesidades básicas.

En la cooperativa 6 de Julio, de la parroquia Santa Rosa (Naranjal), Agapito Plúa cuenta con angustia y tristeza que uno de sus familiares murió tras recibir una descarga eléctrica y no contar con atención inmediata. "Él estaba vivo, pero mientras buscamos una camioneta para llevarlo al centro de Naranjal y lo llevamos, ya murió". En la cooperativa existe un Centro de Salud, pero no hay atención.

Las denuncias sobre las dificultades y necesidades se repiten en cada muelle, isla o poblado, pero el presidente de la Asociación de Cangrejeros 6 de Julio, Luis López, es optimista. El líder de 150 hombres y mujeres dedicados a la extracción de mariscos anima a la comunidad a proteger los bosques de manglar, el río y su ambiente. Él busca apoyo y elabora propuestas para que los ecuatorianos y extranjeros conozcan y valoren sus trabajos.

Los usuarios y protectores del Golfo sueñan con seguir compartiendo los deliciosos frutos del mar, con no sólo vender materia prima sino productos elaborados, con ser parte de los atractivos turísticos del país, con mantener y mostrar sus tradiciones ancestrales, que abundan como el marisco.