En una lápida pintada de blanco, en la que constan los nombres Ariel y Ariana, Norma Cordovilla, madre de los menores, se recuesta y suspira. “Es un recordatorio simbólico. No puedo olvidar a mis hijos, nunca los voy a olvidar. Aunque todavía no aparece mi niño, igual yo seguiré luchando, buscando”, dice ella con aparente sosiego.