El aroma del bolón se apodera durante doce horas, entre las 07:00 y 19:00, de la esquina de la av. Olmedo y Boyacá. Yolanda Barco llegó a ese lugar hace una década para continuar la expansión del negocio que tuvo sus inicios en el mercado Gran Colombia: el Boloncito.

Oficinistas, comerciantes, estudiantes y afiliados que realizan trámites en la Caja del Seguro son los principales clientes de este establecimiento, cuya especialidad son los bolones de queso, chicharrón y mixto.

En el local no hay mesas ni sillas. La venta se realiza al paso. Barco, empalmense radicada hace 30 años en Guayaquil, cuenta que esa modalidad express la conservan desde el inicio, porque la idea es “preparar el bolón al momento para que la gente se lo lleve caliente”

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El platillo, hecho a base de plátano verde, se trabaja con medidas para procurar un tamaño estándar. Así, antes de entregar el bolón al cliente, el producto se pesa y se cuida que lleve porciones similares de queso y chicharrón. El bolón de chicharrón, por ejemplo, lleva cuatro pedazos grandes del cuero tostado de chancho.

“Cada bolón pesa unos 62 gramos para que vaya con lo justo”, afirma Barco, quien siente satisfacción de que su local tenga acogida en el centro.

A diario, este negocio elabora unas 250 unidades, el 80% de chicharrón que los clientes prefieren acompañarlo con café. En días de buena venta se preparan hasta 350 bolones.

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Barco recuerda que junto con su esposo, Víctor Córdova, montaron el establecimiento en esa esquina por la afluencia de personas que hay en la zona y la posibilidad de atender a la clientela más horas, a diferencia del puesto en el mercado Gran Colombia, ubicado en Abel Castillo y García Goyena.

“Allí solo se podía atender hasta máximo la 1 de la tarde y como no se tenía qué hacer después de esa hora, pusimos acá el local”, sostiene.

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En el mercado aún atiende Víctor, cuencano que arrancó con la preparación de bolones hace 25 años, después de dejar el comercio ambulatorio de accesorios de fantasía.

El negocio ha crecido, al punto que entre ambos locales emplean a 6 personas. En el último, de la calle Boyacá, la oferta se diversificó hace dos años con batidos y tostadas, pero el fuerte siguen siendo los bolones, que se preparan en 8 minutos.

Lo gratificante de este negocio es que se puede mantener a la familia, se da trabajo a los chicos que atienden. Aquí no tenemos bolones de dos o tres horas, se hacen al momento, ese es el secreto”.Yolanda Barco, dueña