La mozambiqueña Graça Machel, la última de las tres esposas de Nelson Mandela, y la única que lo hizo feliz, se ganó el respeto de los sudafricanos, cuidando a su ilustre marido hata el final y manteniéndose al margen de los medios de comunicación y las querellas familiares.

Algo a destacar de esta mujer brillante pero discreta, de 67 años de edad, es que estuvo casada con dos jefes de Estado en ejercicio: viuda del padre de la independencia mozambiqueña, Samora Machel, luego, en 1998, se casó con el primer presidente negro de Sudáfrica, cuando éste ya estaba sobre el final de su mandato.

En los últimos seis meses, mientras Mandela se batía contra una infección pulmonar recurrente, ella prácticamente no abandonó la cabecera de su cama, ya fuera, primero, durante su hospitalización en Pretoria, y luego en su casa de Johannesburgo, donde el héroe de la lucha contra el apartheid falleció el jueves 5 de diciembre.

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Al día siguiente, se encontraba "muy emocionada y lloraba", subrayó uno de los amigos personales de Mandela, el abogado George Bizos, quien afirmó que la pareja se mantenía "enamorada" y "muy feliz".

No obstante, inmediatamente se repuso según otro amigo de la familia, Bantu Holomisa: "Graça es muy fuerte. Es una mujer brillante, no la vi abatida. Seguía dando órdenes y repartía las tareas", confió.

Pero, manteniendo su habitual discreción, todavía no hizo su aparición en público.

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Estos últimos meses, mientras la gente del entorno de Mandela utilizaba a la prensa extranjera para ventilar y arreglar sus asuntos personales, ya fuera con el presidente Jacob Zuma o con la propia familia, Graça Machel se limitó a enviar mensajes de unidad.

En junio, cuando su marido ya se encontraba entre la vida y la muerte, ella respondió "¡Gracias, gracias, gracias...!" a todos aquellos quienes le enviaron mensajes de apoyo.

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Al mismo tiempo, anuló la mayor parte de sus compromisos. Aunque, el 15 de octubre pasado acompañó al presidente francés François Hollande durante su visita a la Fundación Mandela.

Esta discreción, así como su devoción le han granjeado el más absoluto respeto de los sudafricanos, que antes observaban con desconfianza la llegada de esta mozambiqueña a la vida íntima de su héroe nacional.

Los unió la soledad

Graça Machel y Nelson Mandela se encontraron en los años noventa, en circunstancias en que ambos estaban "muy, muy solos". Ella se recuperaba aún de la muerte de su marido y padre de sus dos hijos, Samora Machel, muerto en un accidente de aviación en 1986, del cual el régimen sudafricano del apartheid fue responsabilizado.

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En cuanto a Nelson Mandela, tras su liberación en 1990, después de pasar 27 años en prisión, no había logrado reestablecer su relación con su segunda esposa, Winnie Madikizela-Mandela. La pareja, que se había casado en 1958, se separó en 1992 para divorciarse formalmente en 1996.

Nelson Mandela y Graça Machel, en principio sólo amigos, se mostraron cada vez con más frecuencia juntos y se casaron en 1998, coincidiendo con el 80º cumpleaños del padre de la nación 'arcoiris', quien manifestaba a la prensa "su maravilloso sentimientos de estar enamorado".

Los sudafricanos, devotos de la fuerte personalidad de Winnie, quien mantuvo en alto la imagen de Nelson Mandela durante sus años en prisión, miraban a la recién llegada con mucho recelo. Ella mantuvo el apellido de su primer marido, continuó su labor a favor de los niños, las mujeres y las campañas de alfabetización.

Graduada en Derecho, políglota (habla cinco idiomas), exministra en su país, esta combatiente por la independencia, que según la prensa es capaz de desmontar un fusil de asalto, no necesita a Nelson Mandela para existir: en 2010, Time Magazine ya la ubicaba entre las cien personalidades más influyentes del mundo.

Mujer de carácter fuerte, gesto serio aunque dueña de una sonrisa encantadora, rechaza de plano contribuir a la idolatría reinante en el país, afirmando que su marido "no era un santo y que tenía debilidades". Sin embargo, siempre se mantuvo a su lado cuando comenzó su declive físico.

"Los sudafricanos tenemos una gran deuda con Graça Machel", declaró en su día el Premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, amigo personal de la pareja. "No sólo aportó alegría a Madiba, sino que también intentó con todas sus fuerzas mantener a la familia unida", añadió.